sábado, 24 de enero de 2015

Desamor

Hay días que siento la imperiosa necesidad de escribir. No puedo explicar el motivo. Es algo que no entiendo, como el desasosiego, la antimateria  o las derivadas matemáticas. Entonces me siento y ensayo cualquier ejercicio. A veces busco una palabra, un sonido o un vacío para dejarme llevar. Hoy la palabra ha sido desamor y sin quererlo, ha surgido este trocito de sentimiento. Os lo dejo.
Ah...antes de que haya llamadas de susto o mensajes de tristeza, que quede claro...no es autobiográfico...(risas)...¿mi marido?, bien gracias....jajajaja

Desamor

"Tengo que desconectar de ti", le dije emulando la frase de una de esas películas que a mí me gustaban y él detestaba."Tengo que tomarme un tiempo", volví a hablar de nuevo, mientras sentía claramente al desamor rechinando los dientes.
Ahora, cuando amenazan los recuerdos y duelen como clavos las certezas, sé que fue él quien paró el tiempo en aquel terrorífico segundo, y que soy yo la que anda masticando por racimos las tristezas.

jueves, 15 de enero de 2015

Frágiles



No me acostumbro a la idea de la fragilidad. Nunca me acuerdo, nunca nos acordamos.
Giramos sin parar, sentados  sobre las manecillas de un reloj, sin ser conscientes de lo fácilmente que se parten los hilos que nos tienen hilvanada la vida. Andamos peleando guerras absurdas en las que el final de una batalla se encabalga con el inicio de la que está por llegar, dejando esparcido un olor acre a pólvora que enturbia el ambiente. Nos creemos los reyes de un mundo que es tan pequeño, como la parte del cerebro que lo ha creado a medias con el corazón. Caminamos poniendo la espalda recta, con aire ensayado de líder de algo que aún no hemos inventado, con la seguridad del que piensa que tiene el mundo bajo control.
Pero de repente, el destino, la casualidad, lo que tenía que pasar acaba pasando y un día el lobo se revuelve enseñándonos de manera provocativa los dientes. Una enfermedad, un accidente, un atentado, una mala suerte indefinida pero dolorosa nos planta cara sin pudor, sin aviso ni misericordia. Somos nosotros mismos o la gente a la que quieres, la que anda por la cuerda floja del peligro, mientras el reloj  para en seco el segundero del tic tac, el cielo se viste de un color gris ceniciento y el sol, como un enemigo traidor, nos abandona para esconderse.
Ahí ya nada vale nada. No hay diferencias de ricos y pobres. No hay palabras lisonjeras, amores apasionados ni calor de madre que apague esta sensación de vacío que se apodera de ti. Es una experiencia agria, pero que nos invita a pensar. Os advierto que hay que tener cuidado porque sólo tenemos unos minutos para la reflexión, sólo nos damos a nosotros mismos un momento, antes de que la vida nos devuelva al rutinario pasar de las horas de contienda, antes de que volvamos a olvidarnos de presagiar que estamos aquí de paso, que igual esta vez sólo nos ha rozado, pero que en la vitrina de cristal en la que soñamos vivir, únicamente somos unos seres frágiles.

domingo, 11 de enero de 2015

Rutina




Bienvenidos seáis a la rutina.
Se acabaron los buenos deseos, se terminó el dulzón sabor del chocolate de las meriendas familiares y el azúcar del postre de las comidas de la amistad. Es lo que hay.
Enero ha venido para quedarse, al menos de momento. Hemos visto bajar por la cuesta la espalda del rey Baltasar y hemos devuelto al altillo, perfectamente ordenados, los adornos de estrellas brillantes y las luces de la ilusión.
Para unos, la vuelta al cole, para otros, el regreso al vacío; para casi todos, la terrorífica sensación de que nada ha cambiado después de las campanadas, la total y absoluta convicción de que hay que empezar a afilar los cuchillos porque la vida no concede tregua.
Yo, exactamente igual que hace un mes, sigo celebrando la sensación de estar, el enorme privilegio de sentir que mi gente, mis amigos y esta que os "habla", nos despertamos, esta mañana, una vez más. 
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