domingo, 23 de noviembre de 2014

Silencio


El grito sonó desgarrador a través de las ventanas del patio. Un ruido solemne de golpes asestados y muebles desplazados inundó las habitaciones, disolviéndose en el olor a comida recién hecha con el que se entretenían los sentidos.
"Parece que mañana va a llover", dijo el vecino del cuarto, cortando el pan en  trozos pequeños. "No te olvides de comprar la leche" apuntó la del tercero, mientras la chica enumeraba en voz alta la lista de la próxima compra.
El tiempo se apresuró a convertirlo todo en silencio.


Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer25 de noviembre

lunes, 10 de noviembre de 2014

Arqueología sexy

Este mes, concretamente el 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional de Lucha contra la Violencia de Género. 
Por motivos relacionados con la literatura, estos días atrás he estado precisamente en la Fundación de la Mujer del Ayuntamiento de mi ciudad. Allí todo era un bullir de preparativos porque con relación a este día, tanto el Ayuntamiento como la Diputación ponen en marcha una serie de actividades (certámenes, concursos, talleres informativos en colegios e institutos...), todas y cada una destinadas a concienciar y educar en la igualdad.
Es difícil, no me cabe duda. A veces tengo la sensación de que el machismo es algo que de alguna manera se nos ha colado en los genes. Me parece como si a fuerza de repetir los mismos esquemas desde que en la prehistoria el hombre asumió el rol de "macho cazador", el sentimiento de que las mujeres somos inferiores se hubiera instalado en el adn que transmitimos. Por eso me parecen estupendas esas iniciativas precisamente entre la gente joven. Creo que educar es la única solución. Su efectividad es lenta y es un trabajo arduo y constante, pero me da la impresión de que es lo único que puede que algún día funcione.
Habría que añadir que no sólo en igualdad se está utilizando la educación como arma. Hay muchos profesionales en España dedicados a la difusión en otras disciplinas: prevención de enfermedades,  concienciación medioambiental o  respeto al patrimonio. Son personas que trabajan para la Administración y cuyos sueldos pagamos, lógicamente, entre todos. Me alegro de que estén porque de ellos, de su labor, depende nuestro bienestar y nuestro futuro.
Es por ello, porque sé que existen y porque me imagino lo que al Estado le cuestan estos programas, por lo que no entiendo cómo se permite que nadie, en nombre de la codicia, por y para su propio beneficio, de un paso atrás en esa labor que están llevando a cabo y que tanto dinero y esfuerzo cuesta. Ya está bien, que no nos vendan más la idea de la libertad de expresión, esa que no cuesta nada manipular en un telediario, y a la que en cambio, por no sé qué oscuro negocio, se agarran cuando hay que frenar en seco a un anunciante. 
Si ya estaba harta del uso de mujeres ofreciendo carne como reclamo publicitario para cualquier cosa absurda, lo que he visto hace unos días publicado en un periódico de tirada nacional como es ABC, me ha dejado sin capacidad del habla. 
Estos señores, supongo que periodistas de carrera, se hacen eco, nada más y nada menos que en la sección de cultura, de un anuncio de dos chicas, me imagino que americanas (no me ha merecido la pena investigar su procedencia) que creen que la arqueología es una actividad sexy. 
Que algo así lo propongan Katie y Justine, que provienen de un país donde el referente de esta disciplina es Indiana Jones, es lógico. De ellos me lo espero todo. Pero que un periódico español de pábulo a algo así y saque a estas dos en la sección de cultura, mezclando una ciencia como es la Arqueología con la pose de un neopreno con escote, me parece indignante.
La posición actual de los verdaderos profesionales de esta disciplina en España, que son gente seria, hombres y mujeres formados en universidades, es precisamente la contraria a la que propugnan las protagonistas de esta noticia. El patrimonio es de todos y hay que aprender a respetarlo.  La arqueología no es una actividad sexy ni una película de caza tesoros, es una ciencia igual de respetable que la Medicina, el Derecho o la Arquitectura. Los arqueólogos son la garantía de que nuestro pasado sigue siendo nuestro y no está en manos de un comerciante sin escrúpulos. Y en cuanto a las mujeres arqueólogas, no se merecen esta imagen despreciable. En esto, como en todo, también tienen que luchar a brazo partido para labrarse un respeto y un espacio. 
A ver si nos enteramos, señor director del ABC, que nos cuesta mucho dinero hacer que se entienda.

domingo, 2 de noviembre de 2014

El iphone

Esta semana, una de mis tías que vive en Madrid ha venido a pasar unos días a su tierra. 
Hablando con ella, retomando las conversaciones que aparcamos tantas veces por culpa de la distancia, he estado reflexionando en algo muy curioso que al menos a mí me ocurre. Estamos en el mundo de las tecnologías, de la comunicación fácil. Vivimos en un momento en el que puedes oír de forma inmediata la voz de un ser querido con sólo levantar un auricular. Y en cambio, cuánto trabajo nos cuesta. 
Yo soy mucho de whatsapp o incluso de mensaje privado en el facebook, le decía el otro día a mi tía. Me resulta mucho más fácil esa comunicación. Sólo tengo que dedicarle un minuto al mensaje que dice ¿cómo estáis? ¿qué tal va todo? Y sé, además, que el interlocutor al que va destinado no se va a sentir obligado a parar lo que está haciendo, a llegar tarde a las actividades diarias o a perder justo los diez minutos que dedica al día para su propio relax. Escribo y dejo la pregunta, sin pretensiones de que la respuesta sea inmediata, con la tranquilidad absoluta de que quien recoge el mensaje, en el fondo agradece tanto o más el cariño o la preocupación que va implícita en la pregunta como el hecho de poder contestarme, quizás a última hora de la noche, cuando los deberes están cumplidos y realmente apetece.
Sé que con la gente más joven funciona. De hecho es la forma de relación más directa con mis primos, con mis amigos, con gente cercana que no ven frialdad en esa forma de entendernos porque la comparten. Pero oyendo a mi tía de ochenta años decir que ella eso de "la guasa o como se llame" no lo entiende, me di cuenta de que hay una generación que se ha quedado un poco fuera del mundo en el que nos movemos y a veces puede sentirse "abandonada" en el aspecto de la comunicación.
Hablando con mi tía Ángeles, que fue durante muchos años emigrante en Holanda, recordé aquellas largas cartas que yo les escribía cuando no era más que una niña, aquellas cuartillas llenas de noticias familiares, de recuerdos por encargo y relatos de velas sopladas a las que yo dedicaba casi una tarde entera sin agobios, sin pensar en el tiempo perdido. 
Ahora vivimos de prisa, lo sé por mi propia experiencia y a veces duele aunque no lo pueda evitar. Cuando se es joven porque sientes la obligación de los estudios, y la abducción a la magia hipnótica de la amistad adolescente. Cuando los hijos son pequeños porque absorben tus días con fiereza, como los ciclones con nombre de mujer; si son mayores, porque retomas mil actividades que dejaste guardadas en la caja de cartón donde aprisionaste los proyectos. 
A veces pienso en qué nos deparará el futuro. Las tecnologías avanzan a una velocidad tan aterradora, que tal vez dentro de unos años sea yo misma la que no me sienta capaz de comunicar con mis nietos. Quién sabe, (permitidme el atrezo dramático que estamos en halloween), quizás vivan una realidad paralela desde sus cuartos y como en aquella famosa película sea un robot el que venga a decirme: abuela, que es que no te enteras. 
Yo no sé vosotros, pero por si acaso, he decidido estar "al loro". Ahí ando poniéndome al día de lo nuevo, de lo más moderno...vamos... ¡que tengo unas ganas de tener un iphone!...
¿No cuela, no?
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