miércoles, 24 de diciembre de 2014

El resquicio de mi ventana


Y la Navidad se coló de nuevo por el resquicio de mi ventana. 
Fue como la luz suave del amanecer que reta a la oscuridad de la habitación donde habito, como el olor salado de las marismas que se entremete, jugando con los sentidos, hasta el fondo del alma. 
Sé lo que dice la cabeza, y la entiendo, sin tener que hacer un esfuerzo de titanes. Probablemente, nada cambiará de aquí a mañana, ni a pasado. Presagio, con terrible certeza, que el año nuevo no va a llenar de paz los corazones, ni de comidas las despensas vacías. Pero me gusta escuchar hablar al corazón de vez en cuando. Lo necesito porque me hace sentirme viva.
No habléis en voz alta, por favor. Shhhhh...Dejadme soñar.
Felices fiestas.

lunes, 8 de diciembre de 2014

A veces

A veces la vida se porta bien. Entonces, cuando está de buenas, todos sabemos perfectamente que sólo alguien como ella conoce la manera de hacerte sentir diferente, sólo ella, con el baúl de las sorpresas y la caja de las artimañas, es capaz de situarte en la cima del Universo desconocido, en el lugar fascinante donde confluyen los ríos. 
Es sencillo dejarse llevar, tú lo sabes, pero la voluntad no te acompaña, a pesar de que estás seguro de que la caída libre siempre produce vértigo. Por eso cierras los ojos pensando, mañana será diferente, mañana volveré a ser de nuevo, mientras susurra bajito: dejadme que sueñe.  
Yo para esos momentos he inventado un truco que de momento va bien. Consiste en llenar mis bolsillos de tierra. No sé de dónde saqué la idea ni quien me la sugirió. A veces, incluso me convenzo de que es mía, confundida por la efectividad del resultado conseguido. Es la tierra del lugar donde nací la que sube conmigo al espacio infinito donde me lleva la vida. Es una mezcla de estrato arenoso en la que crece la flora de las marismas que rodean mis entornos. Es un trozo de lo que soy el que se viene conmigo al vacío. 
Sé que no es un truco muy original, tal vez hasta os cause risa porque es verdad que tampoco el impulso es tan grande para olvidar las raíces. Pero siempre he pensado que los saltos no pueden medirse tan sólo por la distancia, sino que hay veces que también hay que calificar el ímpetu. Y para eso yo llevo mi tierra en el bolsillo del alma. Así, mientras una mano se estira, empeñada en alcanzar el algodón de azúcar que ofrecen las nubes, la otra se queda guardada en el bolsillo mágico con el que avanzo por el camino, removiendo con las uñas los granos de arena donde reposan mis pies.
No tengo ningún miedo a que el aire remueva mi pelo al regreso de la aventura. No os preocupéis la gente de bien. Sólo me hace falta una bocanada de este aire fresco que hace un rato se me ha colado en la vida. Tenéis que permitirme soñar un ratito. Os prometo que luego, a la vuelta, os cuento.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Silencio


El grito sonó desgarrador a través de las ventanas del patio. Un ruido solemne de golpes asestados y muebles desplazados inundó las habitaciones, disolviéndose en el olor a comida recién hecha con el que se entretenían los sentidos.
"Parece que mañana va a llover", dijo el vecino del cuarto, cortando el pan en  trozos pequeños. "No te olvides de comprar la leche" apuntó la del tercero, mientras la chica enumeraba en voz alta la lista de la próxima compra.
El tiempo se apresuró a convertirlo todo en silencio.


Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer25 de noviembre

lunes, 10 de noviembre de 2014

Arqueología sexy

Este mes, concretamente el 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional de Lucha contra la Violencia de Género. 
Por motivos relacionados con la literatura, estos días atrás he estado precisamente en la Fundación de la Mujer del Ayuntamiento de mi ciudad. Allí todo era un bullir de preparativos porque con relación a este día, tanto el Ayuntamiento como la Diputación ponen en marcha una serie de actividades (certámenes, concursos, talleres informativos en colegios e institutos...), todas y cada una destinadas a concienciar y educar en la igualdad.
Es difícil, no me cabe duda. A veces tengo la sensación de que el machismo es algo que de alguna manera se nos ha colado en los genes. Me parece como si a fuerza de repetir los mismos esquemas desde que en la prehistoria el hombre asumió el rol de "macho cazador", el sentimiento de que las mujeres somos inferiores se hubiera instalado en el adn que transmitimos. Por eso me parecen estupendas esas iniciativas precisamente entre la gente joven. Creo que educar es la única solución. Su efectividad es lenta y es un trabajo arduo y constante, pero me da la impresión de que es lo único que puede que algún día funcione.
Habría que añadir que no sólo en igualdad se está utilizando la educación como arma. Hay muchos profesionales en España dedicados a la difusión en otras disciplinas: prevención de enfermedades,  concienciación medioambiental o  respeto al patrimonio. Son personas que trabajan para la Administración y cuyos sueldos pagamos, lógicamente, entre todos. Me alegro de que estén porque de ellos, de su labor, depende nuestro bienestar y nuestro futuro.
Es por ello, porque sé que existen y porque me imagino lo que al Estado le cuestan estos programas, por lo que no entiendo cómo se permite que nadie, en nombre de la codicia, por y para su propio beneficio, de un paso atrás en esa labor que están llevando a cabo y que tanto dinero y esfuerzo cuesta. Ya está bien, que no nos vendan más la idea de la libertad de expresión, esa que no cuesta nada manipular en un telediario, y a la que en cambio, por no sé qué oscuro negocio, se agarran cuando hay que frenar en seco a un anunciante. 
Si ya estaba harta del uso de mujeres ofreciendo carne como reclamo publicitario para cualquier cosa absurda, lo que he visto hace unos días publicado en un periódico de tirada nacional como es ABC, me ha dejado sin capacidad del habla. 
Estos señores, supongo que periodistas de carrera, se hacen eco, nada más y nada menos que en la sección de cultura, de un anuncio de dos chicas, me imagino que americanas (no me ha merecido la pena investigar su procedencia) que creen que la arqueología es una actividad sexy. 
Que algo así lo propongan Katie y Justine, que provienen de un país donde el referente de esta disciplina es Indiana Jones, es lógico. De ellos me lo espero todo. Pero que un periódico español de pábulo a algo así y saque a estas dos en la sección de cultura, mezclando una ciencia como es la Arqueología con la pose de un neopreno con escote, me parece indignante.
La posición actual de los verdaderos profesionales de esta disciplina en España, que son gente seria, hombres y mujeres formados en universidades, es precisamente la contraria a la que propugnan las protagonistas de esta noticia. El patrimonio es de todos y hay que aprender a respetarlo.  La arqueología no es una actividad sexy ni una película de caza tesoros, es una ciencia igual de respetable que la Medicina, el Derecho o la Arquitectura. Los arqueólogos son la garantía de que nuestro pasado sigue siendo nuestro y no está en manos de un comerciante sin escrúpulos. Y en cuanto a las mujeres arqueólogas, no se merecen esta imagen despreciable. En esto, como en todo, también tienen que luchar a brazo partido para labrarse un respeto y un espacio. 
A ver si nos enteramos, señor director del ABC, que nos cuesta mucho dinero hacer que se entienda.

domingo, 2 de noviembre de 2014

El iphone

Esta semana, una de mis tías que vive en Madrid ha venido a pasar unos días a su tierra. 
Hablando con ella, retomando las conversaciones que aparcamos tantas veces por culpa de la distancia, he estado reflexionando en algo muy curioso que al menos a mí me ocurre. Estamos en el mundo de las tecnologías, de la comunicación fácil. Vivimos en un momento en el que puedes oír de forma inmediata la voz de un ser querido con sólo levantar un auricular. Y en cambio, cuánto trabajo nos cuesta. 
Yo soy mucho de whatsapp o incluso de mensaje privado en el facebook, le decía el otro día a mi tía. Me resulta mucho más fácil esa comunicación. Sólo tengo que dedicarle un minuto al mensaje que dice ¿cómo estáis? ¿qué tal va todo? Y sé, además, que el interlocutor al que va destinado no se va a sentir obligado a parar lo que está haciendo, a llegar tarde a las actividades diarias o a perder justo los diez minutos que dedica al día para su propio relax. Escribo y dejo la pregunta, sin pretensiones de que la respuesta sea inmediata, con la tranquilidad absoluta de que quien recoge el mensaje, en el fondo agradece tanto o más el cariño o la preocupación que va implícita en la pregunta como el hecho de poder contestarme, quizás a última hora de la noche, cuando los deberes están cumplidos y realmente apetece.
Sé que con la gente más joven funciona. De hecho es la forma de relación más directa con mis primos, con mis amigos, con gente cercana que no ven frialdad en esa forma de entendernos porque la comparten. Pero oyendo a mi tía de ochenta años decir que ella eso de "la guasa o como se llame" no lo entiende, me di cuenta de que hay una generación que se ha quedado un poco fuera del mundo en el que nos movemos y a veces puede sentirse "abandonada" en el aspecto de la comunicación.
Hablando con mi tía Ángeles, que fue durante muchos años emigrante en Holanda, recordé aquellas largas cartas que yo les escribía cuando no era más que una niña, aquellas cuartillas llenas de noticias familiares, de recuerdos por encargo y relatos de velas sopladas a las que yo dedicaba casi una tarde entera sin agobios, sin pensar en el tiempo perdido. 
Ahora vivimos de prisa, lo sé por mi propia experiencia y a veces duele aunque no lo pueda evitar. Cuando se es joven porque sientes la obligación de los estudios, y la abducción a la magia hipnótica de la amistad adolescente. Cuando los hijos son pequeños porque absorben tus días con fiereza, como los ciclones con nombre de mujer; si son mayores, porque retomas mil actividades que dejaste guardadas en la caja de cartón donde aprisionaste los proyectos. 
A veces pienso en qué nos deparará el futuro. Las tecnologías avanzan a una velocidad tan aterradora, que tal vez dentro de unos años sea yo misma la que no me sienta capaz de comunicar con mis nietos. Quién sabe, (permitidme el atrezo dramático que estamos en halloween), quizás vivan una realidad paralela desde sus cuartos y como en aquella famosa película sea un robot el que venga a decirme: abuela, que es que no te enteras. 
Yo no sé vosotros, pero por si acaso, he decidido estar "al loro". Ahí ando poniéndome al día de lo nuevo, de lo más moderno...vamos... ¡que tengo unas ganas de tener un iphone!...
¿No cuela, no?

martes, 21 de octubre de 2014

No es lo que fue

"Mira lo listo que es con la cara de tonto que tiene", dice mi madre mirando la imagen en televisión del pequeño Nicolás.
Mi madre, que nunca se ha subido en un coche de lujo y que jamás disfrutará esos hoteles de cinco estrellas ni esos platos de comida moderna con los que se agasajaba a sí mismo el niño del PP, se ríe y pasa a la conversación siguiente. Ahora es la Pantoja y la intriga del  posible ingreso en prisión la que centra su diálogo y su entretenimiento. Mi madre, que nunca permitió que ninguno de sus hijos trajera a casa una goma de borrar que no era la suya, se ríe con las bromas que hacemos sobre el niño diabólico y sigue a lo suyo, a poner meriendas y atender nietos sin que la hiel se le suba a la garganta. Y a mí no deja de sorprenderme que a mi madre no le sorprenda (perdón por la redundancia). No deja de parecerme extraño que a ella le de igual.
Creo que España ha cambiado tanto que también su gente lo ha hecho. El país ha dado un salto tan grande al abismo, que ya no emociona ver a alguien haciendo equilibrios en la red, que ya no produce orgullo pertenecer a ningún colectivo por miedo a que algún día nos hagan comer nuestra propia naranja amarga. Ni siquiera causa ningún reparo conocer el despilfarro de los dineros que deberían de haber sido nuestros ni nos hace asaltar las poltronas que no se escuche a la gente. Entonces, en esos momentos, no me reconozco en aquella época en la que fui joven y participaba en  las manifestaciones de la Facultad. Asumo, con una tristeza sorda, que a mi padre no le valió de nada defender sus derechos de obrero ni esgrimir sus reivindicaciones de Sindicato.  Ya no existen aquellos Sindicatos. Si me apuras, ya no existen ni los obreros.
En la televisión vuelven a poner la imagen del último caradura conocido. Yo también me río con las bromas de mis hermanos y lo absurdo de la realidad. Todos sabemos que éste no es el primero y apostamos a que tampoco será el último. Todos entendemos que nadie devolverá un euro de los dineros movidos, que quedará estancada alguna causa judicial, que retornarán las urnas y tendremos que votar...¿A quien? ¿A cuál? 
La vida...que ya no es lo que fue...

viernes, 10 de octubre de 2014

No van a faltar

Con todo lo que está pasando estos días, con una crisis sanitaria que nos tiene la piel de gallina y una desvergüenza absoluta que hace a los poderosos culpar de todos los males a quien no se lo merece, vuelvo a enfrentarme a mi eterna pregunta.
Yo me considero una persona que anda más o menos en la media de lo que consideramos una "inteligencia normal". No soy ningún "cerebrito". Además, utilizo las palabras "media" y "normal" encuadrando esas expresiones en el nivel que se le exige a alguien de la calle, a alguien que no vive de gestionar crisis ni dirigir instituciones. Incluso, tengo que añadir que soy tan de letras que siempre me costó asimilar conceptos de la Física o las Matemáticas que eran para mí una verdadera tortura cuando estudiaba.
Pero si hay algo que me gusta es aprender. Si hay un axioma fundamental en mi vida es escuchar, con todo el respeto del mundo, al que sabe más que yo. Esta teoría, que en mi caso se ha convertido en ideología, se basa en entender que cada cual es profesional de lo suyo, sea cual sea su trabajo o su dedicación. Si se estropea la lavadora y viene a arreglarla un técnico, me interesa atender su explicación sobre el funcionamiento del aparato para saber cómo actuar si vuelve a las andadas; si tengo un amigo filólogo, aplico sus consejos sobre el giro que tengo que darle a un párrafo de lo último que he escrito; si un profesor de la Universidad dice que no se están cubriendo las necesidades en cuestión de investigación, no solamente le oigo sino que le muestro mi apoyo.
Entonces, yo me pregunto: ¿Cómo es posible que un/a  político/a que tiene en sus manos el destino de todo un país, no escuche a nadie? ¿Es que hay profesionales pagados para decirle lo que debe oír? Me tienen muy confundida.
Estoy leyendo estos días el testimonio de especialistas en virus y microbiología, que aseguran haberle hecho llegar a la Ministra su desacuerdo con la actuación que se estaba llevando a cabo con el tema ébola. ¿Pensaron, con las estadística en la mano, que eso les supondría un rédito político? ¿Cómo se puede tomar una decisión política pasando por encima de la sanitaria? 
Vaya desde aquí mi respeto más profundo por los dos misioneros a los que se repatrió y mis condolencias a las familias. Jamás caería en la canallada de culparlos a ellos ni a la pobre mujer que se debate en una habitación de aislamiento. Creo que los tres son dignos de un reconocimiento porque han apostado con su vida por mejorar la de otros. Pero es que  leo que había otras soluciones, otros métodos de trabajo, otros profesionales que están ya en la zona del conflicto y que hubieran atendido de la misma forma a los misioneros, aunque España no saliera tan favorecida en la foto. Parece que lo importante era parecer élite en ese quiero y no puedo con el que vivimos en España. Recortamos en Sanidad, obligamos a investigadores magníficos  a irse de España por falta de recursos, pero teníamos que demostrar que somos como los americanos de las películas, con trajes de aspecto espacial y burbujas que ahora parecen de atrezo.
Desde luego, viendo manejar el tema a la Ministra, u oyendo hablar al Consejero de Sanidad, Federico Losantos y algún otro mamarracho de esos medios de comunicación casposos que sufrimos en España, todo esto no hace más que reafirmarme en algo que llevo un tiempo diciendo a mis hijos: tenéis que estudiar Psiquiatría. Enfermos mentales, por desgracia, en este país no van a faltarnos nunca. 

viernes, 3 de octubre de 2014

La tarde de ayer

La tarde de ayer fue importante para mí.
Tuvo todos y cada uno de los ingredientes necesarios para que la receta saliera...no voy a decir perfecta, porque me faltaron en el acto muchas personas que sé que querían estar de corazón, y que por circunstancias o "lejanías" no pudieron; pero creo que puedo decir maravillosa, emotiva...en definitiva, preciosa. 
No hubo prensa, boato, trajes de chaquetas azul boda, ni sonrisas ensayadas. Pero tampoco hicieron falta. Me sentí totalmente arropada y completamente acompañada por aquellos que quisieron o que pudieron estar. Eran muchos, y todos entonaron un hermoso canto al cariño, a la familia, a la amistad.
Hoy me siento en ese estado extraño de resaca que se apodera de ti después de los eventos, con la felicidad absoluta de que todo saliera bien, pero con la tristeza de lo intenso del momento, de la cantidad de emociones vividas en un tiempo tan corto, que temo que quizás me dejé a alguien sin querer en el camino, o no agradecí lo suficiente, como hubiera deseado, el placer del rato compartido.
Hubo una anécdota que debo contaros porque os toca muy de cerca a todos los que os pasáis de vez en cuando por aquí. Manolo Romero Oliva, profesor de la Universidad de Cádiz y amigo desde que su hermana y yo nos sentábamos a estudiar en la mesa camilla de su casa, empezó la presentación obsequiándome en público con una bandejita de pasteles. "Ahí los tienes", me dijo en el salón noble del Centro de Congresos de mi ciudad. "Ahora pon tú el café, como prometes en el blog", añadió sonriendo, haciendo referencia a esa frase que os dejé por aquí donde dice "Soy la que pongo el café. Los pastelitos, traedlos vosotros". Sonaron muchas risas que no dejaron que se oyera mi voz. Por lo bajo me prometí, Lolo, que a la siguiente te llevo un termo....ja,ja.
A partir de ahí, qué os voy a contar de las emociones. Se arremolinan todas y cada una de ellas delante de mis ojos y  en lo más profundo del corazón. Se suben a la garganta, eh? Se asoman al borde de la sonrisa en un equilibrio difícil de mantener. Qué curioso, ayer me presenté ante vosotros como una escritora y hoy estoy aquí, sintiéndome incapaz de conjugar verbos y dibujar palabras.
Gracias, de nuevo, por todo.
Bueno, no lo he dicho... es que ayer presenté por primera vez "El suave olor de las magnolias".

sábado, 20 de septiembre de 2014

Volver a la vida

El próximo dos de octubre vuelvo a la vida. 
No, por favor, no leedme con cara rara. No soy de las que espera encontrarse con Elvis en el Mercadona, ni fan de los zombies vivientes esos que están ahora tan de moda. Me refiero a que retorno a la "vida literaria" porque sale a la calle, con presentación incluida, mi segunda novela.
Es realmente emocionante, no os lo voy a negar. Vuelvo de nuevo a las ilusiones, a las mías y a las de los demás, que no son menos importantes. Empiezo otra vez a sumergirme y darme un baño placentero en el agua tibia de los buenos deseos. Me los transmiten los amigos, la familia y la gente encantadora a la que he conocido en este recorrido. Todos andan ya renovando hasta el borde, nuevamente, la piscina terapéutica en la que se alivian los dolores del alma. Todos vuelven al empeño de hacerme sentir querida con sus propios nervios, con ese compartir evento en el facebook chivato, con esa forma bonita de decir que su hermana, su prima, su amiga tiene nuevo libro, vamos, como yo decía, que vuelve, de nuevo, a la vida.
Supongo que también habrá quien piense: ofú, ésta otra vez...Pobre hombre/mujer...Qué se le va a hacer, no se puede gustar a todo el mundo. Pero fijaros que hasta en eso he sido agraciada en este mundillo. He tenido la fortuna de topar con los detractores más educados del mundo. Pienso que los habrá, es lógico y seguramente será hasta necesario. Pero nunca se han manifestado con la mala intención de herir. Han optado por el silencio, imagino que también por la decisión de no volver a leerme, y nada más. Es curioso llegar a esta reflexión, pero creo que sería hasta justo dar las gracias a los enemigos, por la elegancia con la que han elegido serlo.
La nueva novela se llama "El suave olor de las magnolias". Está ambientada en Cádiz y Santander, año 1900. Esta vez he ensayado con vosotros introduciendo una chispita de intriga para ver qué os parece. Me he esforzado en ir un poquito atrás en la historia para la ambientación y me he apostado el corazón, como hago cada vez que escribo, en mostrar mi cariño y mi respeto hacia la persona, como tú que has llegado hasta estas palabras, que decide regalarme un trozo de su tiempo y acompañarme con un instante de su vida.
Primera presentación: San Fernando, 2  de octubre, a las 19:30 en el Centro de Congresos. Allí os espero a todos los que queráis estar. Es un día importante, un momento de emoción. Para los que os venga mal la fecha, habrá nuevas presentaciones en el Ateneo de Chiclana en noviembre, en la Universidad de Cádiz y en La Buhardilla en diciembre...bueno y muchas más que irán surgiendo.
Gracias nuevamente por todo. Con la que está cayendo fuera, se agradece enormemente que me permitáis ser un poquito feliz.
Besos 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Comerse el mundo

“¿Qué hay para comer?”, preguntó la niña, tirándole del vestido.
Apenas acababa de empezar la mañana y Asunción todavía no había tenido tiempo de pensar. La nevera no estaba para mucho improvisar. Al mes le quedaban unos días para empezar un nuevo ciclo, y el recurso de los favores ajenos se acabó, mucho tiempo atrás, cuando se hizo imposible reponer lo pedido.
Asunción miró a la niña con ojos de madre y se asombró de lo alta que estaba, de cómo le quedaba de corto aquel vestido que apenas tenía un verano, y del brillo trigueño del pelo que ya le caía por la espalda.
 Le cogió la cara con la suavidad con la que se acaricia una joya, le levantó la barbilla y sonrió contemplando el hueco que la última caída de dientes había grabado en su sonrisa pequeña.
“El mundo, corazón”, dijo con toda la determinación que le permitió la voz ahogada,” hoy vamos a comernos el mundo”.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Septiembre

Creo que septiembre sabe a melancolía. Tiene, como algunos buenos vinos, un cierto color pajizo que me devuelve a la infancia y al regreso del "cole", a la fragancia de los libros nuevos y al lavado de la bolsa de verano y las tardes vividas. Hay, en el mes que empieza, un suave sabor afrutado que se pega al paladar, una nota de manzana madura que se empeña en anunciarnos el otoño, que este año tardará en soplar.
Ha llegado el momento de la vuelta despacito a la rutina, el instante del bostezo, el odioso momento de recoger de nuevo la dieta y desprendernos de la arena, de los colores azules y del olor del mar. Me empeño en ello con todas mis fuerzas, aunque tengo la sensación de que los recuerdos quedarán tatuados para siempre en los pulmones y en la sangre. Llega la hora de restregarse los ojos y enfrentarse al mundo: al trabajo, quien viva la suerte de tenerlo; a los estudios, quien ande enredado entre libros; a los sueños, esos a los que la vida no les deja otra opción que coleccionar ilusiones.

Aquí os voy a esperar, en la tertulia del café, entre amigos. Ya sabéis que en esta nueva estación habrá novedades. Os las contaré...poco a poco...

sábado, 26 de julio de 2014

A la sombra de los tamarindos, el vídeo

Como lo prometido es deuda, aquí estoy para enseñaros el vídeo que llevé ayer a la charla sobre "A la sombra de los tamarindos" con la que pasamos una tarde entrañable entre amigos. Esta vez no se trataba de hacer una presentación de la novela ni de dar ningún discurso. Mi intención no era otra que la de daros a todos las gracias por este año en el que he vivido rodeada de magia. Nunca hubiera ocurrido sin vuestro apoyo, sin vuestro cariño. Me he sentido viva.
Gracias, de corazón.
P.D.: también hubo exclusiva bomba porque creo que todo está preparado para que a finales de septiembre o principios de octubre me veáis de nuevo presentado novela. Sí, esa que se llama "El suave olor de las magnolias". Ahí lo dejo. Muchos besos y buen verano.




martes, 1 de julio de 2014

Verano

Bueno...parece que el verano ha querido por fin venir a instalárseme en el alma. Tengo la sensación de que este año andaba un poco haciéndose el remolón, y a pesar de que el sol ya pica, un airecillo fresco se cuela todavía por mi ventana para recordarme que en estos tiempos que corren, ni siquiera las calores tienen el puesto de trabajo asegurado. 
Pero en fin, como todo en la vida es cuestión de costumbres que hacemos leyes, para mí el tiempo de la playa y el relax ha comenzado desde el momento en que mis hijos no van al instituto y andan por aquí, durmiendo la mañana y remoloneando el resto del día. A veces ellos me traen recuerdos de cómo fui, y cuando el momento me coge nostálgica, no puedo evitar sentir los destellos de flash de aquellos días de playa intensos, sin factor de protección ni sombrilla, y de esas noches de feria, aguantando de forma estoica el vestido de moda sobre la piel dolorosamente quemada por el adorado astro brillante.
Tengo que reconocer que la estación ha empezado para mí de una manera agradable. Como ya sabéis los del "face", acabo de ganar el segundo premio de un certamen literario (oye, hace ilusión) y me llevo de vacaciones el nerviosismo interno de saber que la nueva novela está en marcha, que formo parte de nuevo de una editorial y de que en breve volveré a vivir de cerca la maravillosa sensación de ver una parte de mi imaginación impresa en formato de libro. Con eso voy a quedarme mientras cierro los ojos despacio sentada en la nueva silla de playa que me acabo de comprar. En esa nueva ilusión voy a pensar, mientras adoro al sol, dejando que la sal de Cádiz se haga dueña de mis poros.
Espero que paséis un buen verano. Estaré por aquí de vez en cuando, por si queréis un helado de chocolate o un hielito flotando en café. Contadme, si os apetece, vuestros planes. Enseñadme, si queréis, vuestras vacaciones, vuestras rutas al corazón o vuestras conquistas veraniegas. Sabéis que me encanta sentiros cerca.

jueves, 19 de junio de 2014

El varoncito

A pesar de todo, aunque no comulgue para nada con la monarquía y me parezca anacrónico que una persona, a estas alturas, herede un cargo gracias a un gen extraño que los demás al parecer no tenemos, no puedo dejar de pensar que no debe ser fácil hoy estar en la piel de Elena de Borbón.
Teniendo un hermano heredero con buena planta y una hermana dando que hablar por otros motivos, nadie se acuerda de ella nada más que para hacer alguna que otra chanza o para alegrarse de que no nos haya tocado en suerte tener de rey consorte a Marichalar. Pero en el fondo, a pesar de que sé que no van a faltarle nunca miles de cosas que yo jamás tendré, creo que en un rincón, en el lugar donde se guardan los sentimientos, Elena no es ni más ni menos que una mujer dolida.
Hoy he leído que a partir de esta fecha, tanto ella como su hermana desaparecen de la web oficial de la Casa Real. El niño, el varoncito, toma las riendas de la monarquía a pesar de ser el pequeño, dejando fuera de toda posibilidad no sólo a ella, sino también a su hijo Froilán, que siendo como soy, madre, apuesto a que debe ser lo que más dolor le provoque.
Nadie ha hecho nada durante estos años para que eso cambiara. Ni papá que todo lo puede, ni el Parlamento de un país democrático donde se supone que gastamos mucho dinero en políticas de igualdad. En cambio, ayer la sentaron junto a su sobrina, fruto del amor de un rey por una plebeya, resultado de un hago lo que me da la gana a pesar de lo que digan las altas instancias; una mujer igual que ella, por la que nadie ha dudado en cambiar las leyes, decretos o constituciones que hagan falta. 
Sí, sé que muchos de vosotros que sabéis de leyes y de política vais a contarme todo ese rollo de la herencia anterior y del bla, bla, bla; pero, chicos, os recuerdo que la Constitución es del 78 y que de entonces a esta parte ha llovido lo suficiente como para no poder hacer las cosas con carácter retroactivo. Digo yo que si hay que tener rey por imposición divina, yo voto (qué raro suena en este caso la palabra) porque lo sea Elena. En fin...sólo quería contaros que ayer, viéndola sentada en el lugar de la familia que no cuenta, me dio pena. ¿Qué queréis? Una, que es solidaria.

lunes, 16 de junio de 2014

Feria del Libro

Este año,  la ciudad donde vivo (mi pueblo, como a mí me gusta llamarlo aunque tenga categoría de ciudad por número de habitantes), ha dedicado la Feria del Libro a los escritores, unos consagrados y otros como yo, aficionados a la literatura, que somos de aquí, y que en este momento estamos en la fase de dar a conocer una obra publicada.
Alguien, sé quien es y se lo agradezco en el alma, tuvo la gentileza de acordarse de mí y de "los tamarindos" para incluirnos en el programa de actos, presentaciones y mesas de debate que se han realizado durante una semana, en una de las plazas céntricas de la ciudad.
La verdad es que, aunque yo no quiera darle a las cosas más importancias de las que tienen y me de pudor hablar de mí en términos de "escritora" o "autora", reconozco que la sensación de que se barajen nombres para ir a una feria del libro y que alguien se acuerde del tuyo, es una sensación agradable y muy gratificante. 
He visto una feria muy viva. No sé si se habrá vendido mucho, no me corresponde a mí evaluarlo ni manejo estadísticas, pero podría resumir lo vivido en una frase que utilizamos mucho aquí en el sur, cuando no sabemos cómo expresar en pocas palabras la sensación maravillosa de estar en agradable compañía o rodeados de buena gente: ¡había un "ambientazo"!
Bueno, pues en medio de ese "ambientazo", he estado compartiendo afición e ilusiones con una hornada de escritores. He visto en ellos muchas ganas de hacer cosas, he observado mucha necesidad de vivir la literatura, cada uno a su manera pero juntos, mucha ilusión por explicarle a quien ha querido venir a escuchar nuestras palabras, que no somos gente rara, ni una secta, ni un grupo de engreídos con la nariz apuntando al cielo. Creo que la idea que más ha cuajado o al menos la que más se ha querido contagiar, es que la cultura no le pertenece a nadie, que no hay vallas metálicas ni puertas cerradas. Se vive, si uno quiere, comprando el libro o sacándolo en préstamo de la biblioteca, escuchando una canción o sentada en un bar, conversando de la vida, de la última novela leída o del buen hacer de un poeta. 
Yo desde aquí, y dentro de mis posibilidades que se ciñen al pequeño espacio donde habito, lanzo a mis paisanos un mensaje: Si os gusta la literatura, escribiendola, leyéndola, escuchándola o en cualquier manifestación que se os ocurra, por favor no dejéis escapar la ocasión, acercaros a alguna de las tertulias literarias que hay en la ciudad, tomaros una cervecita por el bar de Gema (La buhardilla) donde siempre hay una propuesta, dejad que Cristina (Librería Bozano) os recomiende un libro para los días de playa o las noches de invierno.Tenéis que participar de esto. No se trata de convertirlo en nada más que en un hobby, pero os aseguro que es una magnífica opción. 
La magia está servida.

lunes, 2 de junio de 2014

Relato corto para un lunes largo

Hoy os dejo un relato corto a ver qué os parece.


Absentismo laboral


Un día Libertad no acudió a trabajar.
A mitad de la mañana, preocupada por aquella falta injustificada, Ansiedad la llamó a casa. “No responde”, le contó con sonido entrecortado a Insolidaria, una chica joven que se había incorporado hacía muy poco. “¡La tienen presa, la tienen presa!”, chilló un rato más tarde Acusadora, perseguida por corrillos de murmullos y acompañada de elocuentes comentarios. “Dejadme a mí”, dijo Justicia que era ciega. “Nosotros nos haremos cargo”, vociferaron Coacción y Esclavitud en un solo tono, conteniendo una sonrisa socarrona.
Aquel fue un día raro en La Fábrica de Las Palabras.


miércoles, 28 de mayo de 2014

Resaca europea

Tengo que reconocer que estas elecciones europeas las estoy viviendo de una manera diferente a las anteriores. 
De todos los actos democráticos con urna incluida a los que he sido convocada desde la mayoría de edad, precisamente las europeas han sido siempre las que menos me han interesado. Durante mucho tiempo he pensado -seguramente de forma equivocada- que en ese enorme entramado que es Europa, poco o nada tenemos que decir los pobres españoles. Y sobre todo, lo que no tengo claro es la importancia que puede tener que en Bruselas o Estrasburgo la representación española sea de un signo concreto, si luego los que mandan en el país y toman las decisiones son de otro radicalmente diferente. En fin, que en esas cuitas he estado enredada normalmente cuando tenía que tomar la decisión de votar representante europeo.
Pero este año, la situación política de España ha convertido algo que pasaba sin pena ni gloria en un hervidero de opiniones y análisis sociológicos tan enorme, que tengo que agradecer desde aquí, públicamente, a Pablo Iglesias y su grupo "Podemos", el punto de emoción que han vuelto a introducir en mis debates de sobremesa y en los comentarios de facebook.
No voy a hablar para nada del análisis serio que he oído con respecto a lo que han significado los comicios, tanto desde el punto de vista del toque de atención al bipartidismo o de la abstención. No estoy capacitada para llevar a cabo ningún tipo de estudio político. Pero os tengo que confesar, que con lo que sí estoy encantada es con la forma en que el miedo a los "comunistas", que vienen a comerse a los niños, se ha introducido en  los medios de comunicación y facebook más casposos y añejos que había visto nunca. Siento que las carcajadas que estoy disfrutando estos días sean a costa de Pablo Iglesias,  pero estoy segura de que no le molestará que me ría porque probablemente hasta él lo haga. 
Una cosa es el insulto serio, buscando el daño político,con calumnias, con injurias. Eso debería denunciarlo este hombre por vía judicial, porque me parece tremendamente injusto las barbaridades de las que se está acusando a una persona que lo único que ha hecho es presentarle a la población una opción política. Pero luego están los otros, los del verso fácil, los de la rima antigua que huele a naftalina y a musiquita del nodo. Y con esos es que me parto.
Hay un "muchacho" que dice ( no pienso citar nombres porque no se merecen como propaganda ni este modesto foro que siguen unas pocas personas) que el discurso de Pablo Iglesias es abyecto y deleznable -¡se puede ser más antiguo!- y que se ha aprovechado de los ignorantes que son los que le han votado. Ya sabéis, votantes de Podemos, que hay que aprender a leer antes de echar la papeleta en la urna. Lo dice este buen hombre que tiene en el mismo periódico un artículo que se llama "Abajo la chusma sindical". Y aquí estoy, que no hago más que imaginarlo vestido de Kiko el del Chavo del Ocho gritándonos a todos: chusma, chusma.... Hay otro que "perpetra" que  votar esa formación es votar a lo que representa lo peor de la condición humana. Que digo yo que viniendo su posición ideológica de donde viene, ya le vale. Estoy convencida de que tiene maestros en los que fijarse en cuestión de maldades infringidas y conciencias lavadas. Y como fin de traca, está el que califica a Pablo Iglesias (profesor de Ciencias Políticas entre otras cosas) de "encantador de corazones femeninos con aspecto de gamberrete de la Facultad". Ese último piropo estoy por enmarcarlo y mándarselo al Sr. Iglesias para que lo cuelgue en el salón de su casa. Se pueden decir cosas de un adversario político, pero esto del gamberrete tiene un tono vintage que no sé si mejor enmarcarlo yo que ahora me ha dado por decorar la casa con tonos pastel y adornos florales.
¡Ay! este Pablo Iglesias al que he oído llamar en estos días: Virgen de Lourdes, clandestino, ególatra... Incluso hay un sociólogo que ha resumido todo lo que aprendió en su carrera universitaria en una palabra que define al nuevo partido: friki...  De repente, el pobre Pablo es amigo de Maduro, chavista de los malos, clasista progre...De verdad... si no fuera por estos ratitos y los de cobrar...

lunes, 12 de mayo de 2014

De vez en cuando

Este fin de semana, en una de mis tardes de amigos y cervecitas, estuvimos hablando sobre el ego.  No era el momento de los academicismos ni de buscar la definición que da el diccionario de la palabreja (Aprecio excesivo que una persona siente por sí misma), ni llevaba la conversación otro tono ni otra intención que comentar con una sonrisa algunas actitudes y alguna forma de ser que al menos a mí, me dejan estupefacta.
“Se escucha cada cosa”, les decía yo a mis amigos entre sorbo y sorbo de moscatel, que es, no me digáis lo contrario, la forma más castiza que tenemos los españoles de perpetrar opiniones y dictar sentencias. “Es que hay gente que no se da cuenta de lo que dice” volvía yo a insistir, recordando alguna que otra situación simpática con la que me he encontrado en la vida.
Lo que ocurre es que después de aquella copita compartida y aquel buen ratito pasado, he estado yo pensando que el ego tiene una particularidad que no controlamos, algo que debe ser parecido a la parábola bíblica de la viga en tu ojo y la paja en el ajeno. Tengo la impresión de que nadie piensa de sí mismo que es egocéntrico o que en algún momento está rayando el límite, a pesar de que, eso sí,  todos nos demos cuenta de que otro lo es. Entonces me ha surgido la duda: seguramente habrá personas que hayan tenido esa percepción de mí misma. Y de pronto he sentido una infinita vergüenza.
Es evidente que todos somos un poquito vanidosos, de hecho creo que hasta es natural porque forma parte de la dosis de “querernos a nosotros mismos” que es necesaria para ser feliz. Probablemente si no tuviera esa gota de vanidad mezclada en la base del perfume de lo que soy, no estaría aquí, escribiendo para que me leáis, y no me volvería a casa con sensación de triunfo cuando alguien me dice “me gusta como escribes” o “que mona vienes hoy”. Pero claro, lo que ocurre es que en esto del ego, yo creo que funcionamos por comparación. Es decir, dependiendo del entorno en el que te muevas  y de la gente con la que compartas la vida, tendrás una percepción u otra del que tienes al lado e incluso de ti mismo. En cada grupo siempre hay alguien que pretende destacar sea de la manera que sea, eso es “fetén”, aunque os aseguro que hay “mundillos” donde el ego se pesa en kilos.
Bueno, en fin, no quiero daros la tabarra con esta vena filosófica que me ha surgido hoy por ser lunes. Espero que entre mis defectos y mis virtudes el reflejo desagradable del ego no os haga daño en los ojos, porque no me lo perdonaría nunca.  Y si alguna vez fuera o ha sido así, tenéis mi permiso para bajarme de las alturas. Soy de las que piensa que el único sitio seguro en la vida es aquel en el que se tienen los pies en la tierra. 
Yo por mi parte voy a mantener la calma, en primer lugar porque no creo que mis circunstancias sean dignas de ego, y además, porque por si acaso,  hace  mucho tiempo que tarareo la lección del maestro:

De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza.
(Joan M. Serrat)






miércoles, 30 de abril de 2014

SalyArte

Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un evento que me encantó. Fui invitada a un encuentro literario en Chiclana, (SalyArte) que se celebró en pleno corazón de las marismas. 
El motivo de aquella reunión no era otro que juntar en un espacio agradable a muchos aficionados a la literatura de Cádiz, San Fernando, Chiclana y Conil entre otros, para compartir al menos un poquito de lo que hacemos. Si os digo que a las palabras vinieron a acompañarles las canciones de dos cantaautores y el sonido de los violines, creo que no hace falta explicar mucho más de los ingredientes para que os llegue el aroma y el sabor del éxito de la receta. 
El museo de la sal, con sus parihuelas colgadas de la pared y su burrito salinero de madera, añadieron ese quejío de la tierra que me hace sentir en paz conmigo misma, esa sensación salada que representa mi origen y las raíces que me unen al suelo con fuerza. La cena, compartida en el intermedio entre los poemas y los sueños, me supo a confianza y a pasión repartida.
Yo, por mi parte, empecé como ya sabéis que yo soy: "no, igual no leo nada, no me conoce nadie"...Pero justo cuando empezaba a latir el minuto dos del tiempo disfrutado, también como ya me conocéis, vi el micrófono, busqué el hueco y al final, leí dos veces y no me apunté a la tercera por no ponerme "pesá". ¡Qué os voy a contar de mí que vosotros no sepáis!
En el primer bloque, donde el tema sobre el que giraban los textos era "la vida", leí una de las entraditas que dejé una vez por aquí y que no os voy a repetir. Para el segundo, elegido con intención de homenajear al amor, les dejé un pequeño relato que había escrito esa misma mañana, casi un rato antes de ir al evento. 
En fin, como dice el otro: más feliz que una perdiz....




viernes, 25 de abril de 2014

La vida atareada

Cada vez que escribo una nueva entrada en este espacio pequeñito, siempre pienso que no la va a leer nadie. Entiendo, lo tengo asumido, que con la vida atareada que llevamos todos, si ya es difícil encontrar el hueco para sentarse a leer un libro, cómo voy a pretender que alguien dedique un minuto de ese valioso tiempo de ocio a echarle un vistazo a mi última reflexión o a mi reciente anécdota. 
No sólo lo entiendo, es que formo parte también como lectora de la misma realidad, y de hecho confieso que últimamente tengo abandonados a los amigos blogueros, que circunstancias variadas me tienen hace un tiempo, muy dispersa. Aunque eso tengo que arreglarlo. Me he propuesto entrar en sus blogs pidiendo miles de disculpas por no haber acudido a la cita, con un aire renovador y seguramente alguna nueva arruga facial, de esas que te esculpe el paso de las primaveras vividas.
Por eso hoy, porque sé lo complicado que resulta estar, quería dar la bienvenida a esos lectores nuevos a los que de repente veo aparecer entre la lista de contertulios. Espero sinceramente que os quedéis por aquí, porque sois la sal de esta salsa. Me encantaría que os llegara, en forma de beso sonoro, mi agradecimiento y mi simpatía.
Os prometo a todos, a los recientes y a los que vivís aquí, en este saloncito, desde el principio de los tiempos, que voy a seguir empeñada en la idea de escribir sentimientos. El blog es para mí mucho más que una muestra estilística, muchísimo más que un diario donde dejar pensamientos plasmados. La tertulia del café siempre ha sido el reflejo del banco en el parque donde compartir confidencias, el espacio del alma donde guardas lo bonito, lo sincero, lo cotidiano y hasta lo cruel, porque eso es en definitiva la vida.
Bueno, yo como siempre os voy a emplazar a la próxima cita, que creo que va a volver a ser semanal, con plazos cumplidos. Como decía alguien a quien admiro, os espero en esta mi casa que es la vuestra. Buena semana.

lunes, 14 de abril de 2014

El rito

Parece que la primavera se empeña en ir y venir, en jugar con nosotros al escondite y aturdirnos con un sol de justicia que al momento se refugia entre las nubes. Pero no puede engañarnos, no puede engañarse. Ella sabe que es la hora de llegar y no hay tiempo de entretenerse en el camino, ella intuye que en la calle la están esperando los sentidos, que todo huele a incienso y sabe a clavo, que la vida ha vuelto a tomar las riendas, dejando a su paso aroma de azahar y manzanilla.
Me gusta la Semana Santa. Tengo la sensación de que hay algo de mágico en esta época del año, algo de rito ancestral que debo llevar en los genes que me hace sentir diferente, como envuelta en un ciclo antiguo que muere para comenzar de nuevo. Por eso es momento para incitar a la rebelión, para obligar a los amigos, a la familia, a los que queremos, a asomarse a su ventana bajo la que se ve el mundo, a tomar aire fresco y llenar hasta los topes los pulmones. 
Me parece que esta resurrección que celebramos no es otra que la propia alegría de estar vivo. Para mí no hay más verdad ni más diferencia. ¿Seguimos aquí? Pues ¡bien por la vida!

martes, 1 de abril de 2014

La alcaldesa de París

Hoy he compartido en facebook una historia simpática. 
No sé si sabéis que desde el pasado domingo, París tiene nueva alcaldesa. Supongo que esa noticia, en otras circunstancias, hubiera resbalado por mi mente y sobre todo por mi memoria, con la categoría de una mera anécdota. Estando como estoy empachada de España, poco hueco puedo dejar en mi pobre intelecto a algo que me queda tan lejos y me resulta tan ajeno como la capital de Francia. 
Pero se da la circunstancia de que la nueva alcaldesa de París es de mi pueblo, de San Fernando, algo inusual y que aunque sólo sea por el sonido español de su apellido o por el hecho de saber que su familia vive aquí en mi tierra, hace que la noticia me toque más de cerca.
Reconozco que a pesar de ser paisana, cuando la vi en las noticias no me sonaba ni su cara ni su nombre. Me sorprendió, me hizo gracia, pero pensé que la única relación que Anne Hidalgo seguiría manteniendo con mi ciudad de nacimiento, serían los recuerdos contados mil veces por sus padres emigrantes, y probablemente alguna foto de la infancia con el fondo borroso de un rinconcito cañaílla.  
Es evidente que me alegré de lo que veía. A la simpatía que me provoca el hecho de que una mujer consiga destacar de esa manera en la vida, saber que sus orígenes están como los míos anclados al mismo mar y las mismas marismas, me recompuso por dentro. En mi familia también vivimos aquella emigración de los años setenta. Con ella aprendimos que la gente no abandona su tierra porque tiene aire aventurero, como quieren vendernos ahora. Supimos con el dolor punzante de las despedidas que las personas se van de donde nacen (en la mayoría de los casos) por pura necesidad, porque no tienen otra opción ni otra oportunidad. Todos se dejan un trozo del corazón en el lugar donde nacieron, donde quedan para siempre su proyecto de vida y sus raíces. 
Pero hoy, una amiga con la que comparto facebook y que pertenece como la alcaldesa al Partido Socialista, ha contado en muy pocas palabras la emoción con la que Anne Hidalgo saludó, casi gritando, a los representantes del Partido Socialista de San Fernando que habían acudido a París para celebrar su triunfo. En medio de una marea de periodistas, cámaras de televisión y flashes de victoria, seguro que el nombre que pronunció sonó con un tonillo andaluz, con ese deje tan nuestro que cuando los nervios nos impiden el control, sale directamente del alma. 
Ahora sé que la señora alcaldesa tiene atado el sentimiento a mi tierra. Sus padres se volvieron a casa en el año 92 y ella va y viene cuando las obligaciones se lo permiten. Ahora sé de buena tinta que por aquí tiene amigos con los que le gusta compartir playas; e incluso he oído que guarda entre sus nostalgias, una ventana con vistas a las salinas de la tierra que compartimos. 
Ojalá te vaya bien, Anne. Te lo deseo de todo corazón. Me gusta la gente que sabe distinguir a los amigos aunque le cieguen las luces del éxito, y hay veces que un simple gesto lo dice todo de una persona. Humphrey Bogart hizo famosa aquella frase que rezaba: "Siempre nos quedará París". París, ya lo tienes, pero no te quepa duda de que siempre te quedará La Isla de León como refugio. Aquí esperamos con los brazos abiertos a los que se van.
Muchísima suerte.

viernes, 28 de marzo de 2014

La fusión del universo

Dicen por ahí que os tengo abandonados, queridos contertulios del café. 
Yo os aseguro que no es verdad. Y además, puedo deciros que en esta afirmación va incluida una vaga sensación de sufrimiento que podéis tener por seguro me acompaña de vez en cuando, en esas veces en las que en medio de mis obligaciones, pienso en este cafelito del que siempre conservo el aroma.
Pero, ya os dije una vez que al saloncito que me he inventado en este espacio, no me gusta venir cuando realmente no lo hago con ganas; así que prefiero dejar pasar los días en los que me siento atada, para acudir en un momento dulce, cuando realmente me encuentre a gusto con la taza calentita entre las manos.
Como novedad, para los que no compartís facebook, me gustaría contaros que ya tengo preparada, corregida y comentada la nueva novela. Ahora empiezo el calvario de intentar que alguien se interese por publicarla. No es fácil, os lo digo de antemano. No es el momento, ni el mercado para que apuesten por alguien como yo, que no soy famosilla, ni periodista de un gran medio de comunicación, ni siquiera conocida de nombre en los círculos de escritores locales.
En este tema, como en otras cosas, me planteo lo curiosa que es la vida y lo tontos que somos los seres humanos. Vivimos creyéndonos especiales ¿verdad? Vemos la televisión y pensamos que la serie de moda la han hecho solamente para nosotros, para que se proyecte en nuestro salón. Escuchamos música y tenemos la impresión de que la canción se compuso a nuestra medida, de que el autor es un descubrimiento personal e intransferible del que podemos contar anécdotas que nadie sabe. Leemos un libro y sólo nos falta imaginar al escritor, tecleando el ordenador con una foto nuestra junto a la pantalla, mientras desgrana una historia con el sagrado propósito de hacernos soñar.
Todo está bien, todo es posible. La concha con la que nos protege la salita de estar de casa, nos permite vivir con las ilusiones propias e incluso con algunas adoptadas. Pero hay algo que no solemos tener en cuenta y que siempre produce estupor (que es una palabra mucho más dolorosa que la placentera "sorpresa"): después del sueño reparador y el descanso nocturno hay que salir a la calle, hay que doblar el yo y adaptarse al nosotros. Con él nos encontramos, desde el buenos días del ascensor hasta el buenas noches del vecino de escalera. Y ahí viene el problema, cuando te das cuenta asistiendo al debate sobre la trama de la película que viste, u oyendo el tarareo de tu canción en una boca ajena, que no hay nada que sea tuyo, no hay nada original en la forma en la que respiras. Creo que esa fusión con el universo es lo único efectivo para bajarle los humos a los que se creen por encima del bien y del mal, a los que se imaginan en posesión de todos los dones o herederos de algún dios menor o un demiurgo. 
En mi caso, e hilando el tema con lo que os contaba sobre mi próximo proyecto literario, tengo muy claro que sacar la cabeza al mundo me enseñó, hace ya mucho tiempo, que no soy "más que una más" y que siendo sólo eso, es difícil escalar la cima de las montañas lejanas.
Por si acaso no me he explicado (me veo hoy muy filosófica) os lo digo en plata: que consigo editorial, publico la nueva novela...que no...os la cuelgo en alguna plataforma o la dejo por aquí en capítulos. ¿Qué os gustaría más? Estoy a vuestra disposición, porque sólo escribo para que me lean...perdón, para que me leáis.

lunes, 10 de marzo de 2014

Un peldaño más

La vida es una escalera. No es más que eso. Es una escalera en la que nos depositan al nacer, sin instrucciones ni vuelta atrás. Y recorrerla  no es otra cosa que ir subiendo peldaños sin saber nunca si llegaremos al siguiente, sin tener ni la más remota idea de en qué momento acabará el ascenso. Pero, eso sí, con la ilusión intacta de continuar siempre hacia arriba.
Es verdad que todas las escaleras no son iguales. Las hay cómodas, de gradas anchas y mármol de Carrara. En esas no hace falta mucho esfuerzo porque los pies se sienten seguros pisando firmes. Ahí los niveles se escalan con comodidad y aunque el cuerpo te vaya venciendo, el pasamanos es suficientemente fuerte para asirse a él en el movimiento que nos eleva. Hay otras en cambio que apenas cumplen con los requisitos de seguridad exigidos. Parecen estar suspendidas sobre un alambre. En ellas, a la dificultad de auparse se le añade el maquiavélico esfuerzo de guardar el equilibrio. Nadie sabe por qué tuvo la fortuna o la desesperanza de recibir una u otra. Pero a pesar de ello, no hay derecho a la reclamación ni a la renuncia. Todos tenemos que seguir subiendo, lo hagamos como lo hagamos, y estén como estén las condiciones físicas de nuestra escala. 
En mi caso, mañana avanzaré un nuevo escalón. Son unos cuantos ya y tengo la sensación de haber llegado hasta esta esta altura sin darme cuenta; aunque empiezo a comprender que en cada uno de los que subo, la respiración se hace más agitada y el pulso que transcribe la vida perpetúa la tendencia de martillear en la sien. Es inevitable, es la marca del cansancio acumulado. 
Pero ¿sabéis una cosa? también tengo la impresión de que la altura me va proporcionando perspectiva. Empiezo a ver tantas cosas desde arriba, que para algunas cuestiones estoy convencida de que merece la pena el ascenso. Me está empezando a gustar esto de sacar la cabeza de la contaminación que enturbia las zonas más bajas. La diferencia es tan meridiana, que parece que por esta zona, el cielo tiende a despejarse y las ideas se aclaran.
Bueno, sí, no voy a darle más vueltas de tuerca a lo que los de facebook ya sabéis: que mañana es mi cumpleaños, que doy un salto en la escala. ¿Qué queréis? Los eventos me ponen filosófica.
Ahora, eso sí, para gracia mi señor esposo, el tío. Me trae la tarta para que lo celebremos, me hace un regalo y me canta el feliz, feliz. Pero fijaros en la vela...Es que tiene unas ocurrencias...ja,ja...Cómo si no supierais todos que ya son...

jueves, 6 de marzo de 2014

Mi homenaje a Machado

Reconozco que llegué a Machado a través de Serrat. En mi defensa tengo que decir que por aquel entonces acababa de asomarme a los dieciséis, y la poesía sólo había llamado a mi puerta de forma académica y fastidiosa, disfrazada de deberes de colegio que sonaban a obligación.
En cambio, con aquella antología del cantautor que mi amiga Ana y yo nos compramos a medias, Machado se coló por mi vida con música de canción y se sentó en mi habitación de adolescente, donde todavía quedaba el vestigio de la niñez en el tono rosado de la pared y donde las ideas comenzaban a tomar forma, mirándonos desde los ojos oscuros de un poster del Ché.  Allí, sentadas en el suelo, después de salir de clase, las dos niñas que ya no queríamos ser, mezclamos una frase manida que nos alentaba a morir de pie con la cadencia de los versos de un poeta al que Serrat nos contaba que cubre el  polvo de un país vecino, un hombre del que apenas sabíamos nada, pero que nos atrapó con su forma sencilla y sonora  de hablar de la muerte y de la vida.
Tengo la sensación de que antes siquiera de conocer la importancia de Machado en la literatura, en mi rebeldía recién estrenada se fueron instalando muy despacio las rimas de una verdad que aun hoy sigue viva; y que de alguna manera, oyéndolo tomé partido, en una estrofa incrustada de desesperanza, por una de las dos Españas que el frío de una guerra nos dejó en el corazón.
Ahora, cuando miro la huellas marcadas en la senda que nunca he de volver a pisar, el sentimiento me dice que  recordar a Machado es honrar la memoria, la nuestra, la de todos; es celebrar la cultura y caer rendidos ante el ritmo armonioso de sus sinalefas. Cúanto me gustaría hacerle llegar al poeta mi convicción absoluta de que a pesar de que lo nuestro es pasar, todo pasa, es verdad, pero también todo queda.
Como en aquella habitación de hace ya tantos años, la tertulia literaria de ayer consiguió que Antonio volviera a sentarse a mi lado, me hipnotizara nuevamente con el mágico hechizo de su literatura y me invitara a aspirar el aroma de un limonero, aquel donde maduraron sus recuerdos de un patio de Sevilla.


“Algunos lienzos del recuerdo tienen
Luz de jardín y soledad de campo;
La placidez del sueño
En el paisaje familiar soñado”. 
                                                 A. Machado

viernes, 28 de febrero de 2014

Qué sabe nadie

No me gusta ser chauvinista.
Creo, con toda sinceridad, que demuestra muy poca inteligencia el que piensa que lo suyo, lo local, las características más particulares del lugar donde vive, son lo mejor del mundo, lo único verdaderamente bello o digno de ser considerado importante. Siempre he pensado que lo que demuestran esas palabras en boca de quien las dice, es que no ha salido mucho de ese círculo al que pondera. Sólo hay que dar un paso fuera de tus propias fronteras para admirar (boca abierta incluida), las maravillas que el hombre o la naturaleza son capaces de proporcionarnos.
Pero hoy es un día especial y tenéis que permitirme que me convierta, aunque sea por esta vez, precisamente en eso que os he dicho que no me gusta ser. Hoy es el día de Andalucía, y yo soy andaluza. No sé si eso me ofrece una excusa suficiente para hablar de mi pueblo y de mi gente, sin caer en la comparativa burda ni en el tópico discurso del: pues yo más. Pero es que hoy es el día de defender a los míos y de ponerme por mantilla la bandera blanca y verde que representa a mi esencia.
Para los que no la conozcan, Andalucía fue fundamentalmente tierra de cultivo y mar de pescadores. Por aquí pasaron tantos y eran también tantas sus vivencias, que esa amalgama de formas de pensar, filosofías y credos nos han convertido en un pueblo acogedor y hospitalario. Es el propio clima cálido, agradable, de soles brillantes y brisas frescas, el que nos ha hecho sabios. Porque aquí, en Andalucía, la gente vivimos en la calle, compartiendo conversación, cruce de ideas y sabiduría popular con el vecino de enfrente, el vendedor de cupones o el médico de cabecera. Da igual. Al andaluz lo que nos gusta es escuchar y que nos escuchen; enseñar y aprender cada uno dentro de sus posibilidades, poniendo el punto a las ies con un diagnóstico, con un refrán o con un verso.
Pero no hay que olvidar que somos mucho más que eso, a pesar de que durante mucho tiempo no ha convenido que se sepa. Andalucía es una región puntera en investigación (o al menos lo era antes de que el terremoto de la crisis hiciera pedazos nuestros cimientos), con una comunidad universitaria de prestigio y gente joven que sabe lo que quiere, que tiene formación suficiente para representarnos y que, aunque en el fondo de la garganta lleven ese deje andaluz que es nuestro y del que no tenemos por qué sentirnos avergonzados, saben exactamente dónde se colocan las eses. 
No ha sido fácil el camino para mi Andalucía, y probablemente nunca lo será. A los gobiernos centrales siempre les ha ido bien considerarla el chalecito de veraneo para desconectar del tráfico de Madrid, o una extensión de tierra en manos de cuatro gatos,  un sitio donde se come muy bien. A ellos tengo que decirles que aquí estamos a pesar de los pesares. Aquí seguimos, dándole al mundo pequeñas lecciones de solidaridad, de tenacidad y de lucha; apostando por un futuro que para nosotros siempre ha estado negro, y vistiendo de alegría nuestra propia tristeza. Qué sabe nadie...
Felicidades, andaluces. Como dice una frase popular: "Ni siquiera elegimos nacer aquí, lo nuestro ha sido suerte".

viernes, 14 de febrero de 2014

CUPIDO

¡Pobre Cupido!....Si no tiene bastante con pasarse la eternidad escuchando deseos y convenciendo a indecisos, encima, al pobre chaval le asignan un día de calendario para servir de publicidad en la venta de anillos, corbatas o tartas de chocolate en forma de corazón. Qué dolor de criatura...qué responsabilidad más grande para un ser tan pequeño.
El chiquillo algunas veces se queja, y mira que es bueno. Claro, llega al Olimpo, y allí que desde que Grecia dejó de ser lo que era está todo el mundo en paro, lo que hay es una juerga diaria. Es lo que dice Cupido: "¿de ustedes no se acuerda nadie? Porque mira que estáis haciendo falta por ahí abajo". 
Yo, que lo escucho y me solidarizo con él, pienso que allí en el Olimpo lo que no hay es ganas de trabajar. Fíjate nada más en Hermes... el dios de los ladrones. Ese en España...vamos, hay que tener mala suerte para dedicarse a eso y no encontrar un trabajo. Tiké, diosa de la suerte. Por favor, si no hacemos más que jugar a la lotería de Navidad y el reintegro lo perdemos en la del Niño. ¿No podría venir ésta para aquí abajo? Zeus, dios del trueno...¡hombre! ese lleva unos días fastidiando. Vamos, por decir, creo que le han hecho un contrato basura. Seguro que está cotizando dos horas y echa veinticuatro en negro.
Ya le ha dicho Cupido a Afrodita que haga el favor de echarle una mano. ¡Si tú eres la diosa de la lujuria -le dijo el otro día indignado- y la mitad de los que compran el corazoncito lo que están buscando ya sabemos lo que es! Pero nada, oye, que se hace la tonta. Le dice que sí, que lo comprende todo pero que está "mu decepcioná", que ya no es lo mismo que antes, que desde que hay cine porno a ella no la invoca nadie...En fin...que no hay manera. 
Hasta Dionisio, el del vino, que estaba con él en la cola de las reclamaciones, le daba la razón con la cabeza. "Esto es injusto", decía. "Aquí estoy yo, que vengo a ver si puedo cambiar las uvas estas que me han puesto en la mano por unos arándanos, un  rebujo de hierbas o un palito de canela que es lo que la gente le echa ahora al gin tonic". 
El sindicato tampoco le ayuda. Lo único que le ha dicho es que mientras que no haya convenio nuevo, no tiene nada que hacer. Fíjate tú. Dicen que el Olimpo se formó en el principio de los tiempos y éste sigue cobrando lo mismo...¡No le queda "...na"!
Viendo que lo suyo no tiene arreglo, esta mañana Cupido ha vuelto a coger las flechas, el arco y toda la parafernalia con la que tiene que volver a venirse a la Tierra. Hoy es el día del amor y en el fondo a él le gusta su trabajo. Es una fecha tonta, comercial. Lo sabe Cupido y también lo sé yo. Pero en el fondo, pienso que a todos nos apetece seguirle el rollo a esta historia aunque sea sin compras desaforadas ni tarjetitas cursis. Creo que siempre es bueno tener una excusa bonita para hacer un alto en el camino. Siendo la vida como es, no imagino que haga daño dedicarle una sonrisa al amor,  al que es, al que un día fue o al que será, dependiendo de por donde ande cada uno. Es bonito saber que está, que hay veces que los planetas se alinean y las estrellas se juntan. Es una maravillosa sensación, ver el mundo a través del fondo de unos ojos que no son los tuyos.
Que haya suerte, Cupido.

martes, 4 de febrero de 2014

Diez años

He leído que en estos días Facebook cumple diez años en la red.
No puedo evitar sonreír cuando recuerdo la sensación extraña con la que  me acerqué a aquel mundo. Como el pobre gato al que inmortalizó la curiosidad, no pude resistir la tentación de comprobar por mí misma, si era cierto ese cúmulo de emociones que decían mis amigos que sentían. Me parece que noto aún el atenazante nudo de los prejuicios y el encogimiento de nariz de los remilgos con los que me asomé, hace ya más de cuatro años, a ese lugar que quería saber la fecha de mi nacimiento, el colegio donde había estudiado y un sinfín de intimidades que al principio me costó mucho "soltar".
Ahora, a cuatro años vista, tengo que reconocer que facebook se ha convertido en mi cotidianidad. Es como la plaza del pueblo con su reunión de comadres, la biblioteca y su ficha de préstamo que me contaba quien leyó el libro que me llevaba a casa, o el bar de la Facultad, donde tenía la certeza a un simple golpe de vista, de si el moreno del jersey de rayas estaba en su hora libre o la rubia de las botas de ante se había "fumado" la clase de latín.
Tengo que reconocer que la época ha sido intensa. Son muchas las satisfacciones que me ha proporcionado este sitio web, red social o "cosa rara", como queráis llamarle al invento. Sé que probablemente habrá muchos detractores de esa puerta de entrada a los secretos del alma. Los entiendo y los respeto. En mi defensa, sólo puedo contarles que navegando por el azul acuoso de Internet, he vuelto a encontrar a los amigos que creía perdidos a lo largo de la geografía del país o a lo ancho de la bruma que provoca el paso de los años. Con ellos me fui topando a medida que pasaban los días, con la intención sincera de saber de su presencia, de darle al "me gusta" de sus vidas para recordarles que no hace falta compartir la mesa de los sábados ni la afición de los domingos, que a través de este invento fantástico es fácil hacer un clic y evocar aquella vez que dividimos lágrimas o sumamos risas.
A lo largo del tiempo compartido entre juegos adictivos y citas de escritores que sentencian la vida, he visto muchas formas de integrarse en esta red. Están los más atrevidos, a los que no les importa mostrar su universo tal cual es, con la imagen de la playa por la que la pasean o el verso que describe el vacío que quedó en su corazón. Pero también los hay que ni siquiera ponen su nombre y te dejan un mensaje divertido donde dice "oye, que la bruja piruja no soy otra que yo".
Creo francamente que no hay más que pedirle a la red, porque no hay otra cosa mejor en el mundo que gente con la que compartirlo. Cada uno trae consigo sus bondades, sus maldades, su forma de dibujar el sendero por el que camina. Para mí personalmente Facebook ha sido todo un descubrimiento, un hueco en el que sé que siempre hay alguien, el lugar de reunión de mi pandilla, un soplo de aire fresco. 
Feliz cumpleaños. Y que sean muchos más.

miércoles, 29 de enero de 2014

Afilando lápices

Cuando estás en uno de esos momentos en los que todo se pone en duda y te preguntas a ti misma qué haces aquí, contando impresiones en esta especie de diario donde vas deshojando el alma, llega una persona desconocida, entra al saloncito de la tertulia y te deja un comentario como este:

"bellisimo hogar de letras un placer pasear por aqui mis humildes felicitaciones, cordial saludo".

Entonces te miras en el espejo del cuarto de baño, ese donde ves cada mañana cómo eres cuando todavía no te has puesto el disfraz de enfrentarte con el mundo, y decides que es aquí donde quieres estar, que es este el sitio en el que, por algún misterio que desconoces, te puso la vida.
Sin más pretensiones que hacer lo que realmente te gusta, afilas nuevamente los lápices de contar historias y los rotuladores coloridos de pintar la vida. Recorres despacio las palabras grabadas desde hace más de cuatro años, los nombres de los amigos que han entrado y salido en oleadas por la puerta que siempre está abierta, y vuelves a recuperar la sonrisa.
Sabéis que os espero siempre. Gracias por estar.

 

martes, 21 de enero de 2014

Deficiencias

Estamos viviendo un momento y un país extraño.
No se trata solamente de que la vida nos haya cambiado en el aspecto económico. Eso es algo que los pesimistas casi estábamos esperando, desde que veíamos las calles llenas de Mercedes y a los pobres viviendo en chalecitos adosados.
No, no es sólo eso. Tengo la sensación de que se nos está colando por los resquicios de la puerta un aire rancio y oscuro, un hedor que recuerda a vela gastada y bola de naftalina. Y a mí no me gusta.
Yo que soy de las que disfrutaba del oxígeno que provoca la modernidad, me siento asfixiada entre tanto imbécil con sotana o sin ella, que pretende devolvernos de un empellón a un pasado que sólo es digno de recuerdo para unos cuantos privilegiados.
Me encantaba ver que la sociedad avanzaba. Despacio, dándose tiempo pero con paso firme, estoy segura de que caminaba hacia un lugar con menos tabúes y más esperanza. Me llenaba de orgullo ver a mis hijos darme las primeras lecciones de normalidad, cuando tenían muchísimos menos prejuicios que los que tuve yo a su edad, para aceptar que hay homosexuales y heterosexuales, padres separados, hijos adoptados, negros y blancos, católicos convencidos, bautizados por inercia y algunos que, incluso, elegían alternativa en vez de religión.
Por eso, cuando escucho al cardenal que dice que los homosexuales son "deficientes", y tengo la convicción de que es a él y otros de su camarilla a los que este Gobierno paga la deuda debida, no me río ni hago chistes como recomiendan en facebook. Más bien me indigno, me enfado y sobre todo me asusto.
Y es que esas afirmaciones gratuitas que gentuza como este caballero hacen en internet, en las cadenas de televisión vintage o en el púlpito de las Iglesias más ortodoxas, no hacen más que reavivar el odio y la desigualdad que siempre han sido germen de malos tiempos para aquellos a los que ven diferentes. Son muchos los años que cuesta dar un paso en estas cuestiones. En cambio, unas palabras dichas sobre el ánimo enardecido de la gente,  en un momento en el que las necesidades del bolsillo debilitan el espíritu más puro, pueden ser el antes y el después de una situación que la Historia nos recuerda que se va de las manos.
Creo que alguien debería pararle los pies a la gente que utiliza estos argumentos. Me da igual del color que vista o quien pague su nómina. Creo que no deberíamos esperar a que sea el nuevo Pontífice, el que venga a sacarle los colores y recordarle a este individuo o al que deseó en vivo y en directo la muerte a Pedro Zerolo, que por encima de la Iglesia en nombre de la que habla, en este país hay leyes que deberían, si no es mucho pedir, defender el honor de las personas, aunque en  boca de estos idiotas suene a indefendible.
Dice el lumbrera que la homosexualidad puede controlarse con un tratamiento igual que la hipertensión. Mira por donde vamos a tener un medicamento al que no se le aplicarán los recortes. Sólo verlo a él y queda claro que han sido excluidos de la Seguridad Social los supositorios que controlan la idiotez, el odio cerval y sobre todo el desconocimiento.
En fin...vivir para ver.

lunes, 13 de enero de 2014

Detroit te está esperando

Hace unos días leí una noticia de las más raras que he visto en mi vida. Era algo tan extraño que ni siquiera tuvo el poder de dejarme atónita; que hubiera sido lo suyo. 
Creo que cuando la excentricidad llega a unos niveles tan inimaginables, ni siquiera acierta a sorprenderte, al menos en los primeros momentos. Tengo la impresión de que tu "yo racional", el que no te deja creer en las hadas ni en los hombrecillos verdes, martillea de forma agresiva la cabeza con una idea convincente: "es una broma, no caigas, no seas pardilla". La sorpresa más bien vino después, cuando comprobé que no había nadie queriendo quedarse conmigo en facebook y que el titular estaba perfectamente contrastado. 
Os resumo la historia a ver qué os parece: los americanos, que son sin duda los seres humanos más peliculeros del planeta, han creado en la ciudad de Detroit una asociación denominada Write-a-House. Dicha asociación ha lanzado una propuesta, que a mí me pareció alucinante, según la cual ofrecen una casa gratis a escritores de cualquier parte del mundo que quieran instalarse allí. A cambio, los susodichos tendrán que dedicarse en cuerpo y alma al noble arte de escribir y reforzar la cultura de dicha ciudad.
Sí, sí, habéis oído bien, la casa es gratis (de las de las pelis: con buhardilla para que se esconda el asesino que te mira a través de un boquete en el suelo) a cambio de que te dediques a escribir literatura, a ser posible de la buena, y participes en las tertulias literarias y blogs municipales de la ciudad. Aceptan escritores de cualquier país y de cualquier lengua, así que todos los que sentimos por dentro el gusanillo de la literatura vamos a tener una oportunidad. No me digáis que por lo menos, la cosa no es curiosa. 
Yo durante unos instantes me entretuve en comparar el anuncio con lo que vivimos en España, donde ser escritor es algo que produce risa por no decir pena. Tengo que reconocer con sonrojo que la envidia hizo mella en mí. 
Lo que ocurre es que al minuto siguiente del ataque cincuenta por ciento rabia y otro cincuenta tristeza, mi otro yo pensante inmediatamente se encaramó a internet para teclear, sólo por curiosidad malsana (y por si en una ida de olla cojo el portante) la palabra Detroit.
La "ciudad fantasma" la llaman en San Google (qué sería de mí sin él). Ciudad dedicada al sector del automóvil que entró en caída libre desde los años noventa y que ha tenido que declararse en quiebra porque las arcas municipales están en bancarrota. Protestas en las calles, suspensión de pagos en la administración pública, barrios fantasmas porque han perdido a un sesenta por ciento de la población, aumento de la delincuencia a cotas insospechadas...Madre mía...esto no es una oferta de trabajo, esto es un campo de exterminio. ¿Qué tienen esta gente en contra de los escritores?
En definitiva, que volví de nuevo a la realidad diaria de mamá España. ¿Que el libro más vendido sea de la insigne escritora Belén Esteban? ¿Que los premios literarios importantes son de pega? ¿Que la cultura se recorta por inútil? ¿Que los escritores hacen el trabajo y las editoriales lo cobran? Qué más da. Al menos, pienso en momentos de lucidez, aquí tengo derecho al desahogo. Que no me sé ni una palabrota en inglés, oye. Cuanto más en americano...¿o es lo mismo?

miércoles, 8 de enero de 2014

Bucear a pulmón

Bueno... Los niños se han ido al "insti", los manteles están planchados, y el sofá ha vuelto a la soledad mañanera necesaria para recuperarse del trato recibido durante este último medio mes.
Hoy, mientras limpiaba con brío los recuerdos que las fechas han dejado en el cristal de la mesa del café, y sonreía recordando los buenos momentos vividos en cada reunión, he llegado a la conclusión de que la Navidad es algo muy parecido a bucear a pulmón. 
Creo que los días veintidós y veintitrés de diciembre son justo el momento del salto. Todo huele a fiesta mientras decoramos el árbol. El tiempo acompaña, sientes la alegría del sol en la cara y vives la emoción de lo que está por llegar. Es el momento de la ilusión, y ella siempre es una buena compañera de viaje.
La Nochebuena y el Año Nuevo lo vives de verdad. Esa es la mejor parte de la inmersión. Llevas los pulmones henchidos de aire y puedes disfrutar del paisaje. Sólo hace falta tener ganas de vivir la vida, para que las anémonas y los peces de colores te contagien el ritmo mágico de la cadencia de las olas.
Lo que pasa es que luego, justo cuando estrenas nueva época,  te das cuenta de que el paseo se termina y no has hecho bien los deberes. Llega el momento de los regalos por comprar, del "qué puedo llevarle para que le guste", del "esto no me vuelve a pasar el año que viene". Entonces es cuando empiezas a sentir que te falta el aire, que tienes que subir ya a la superficie y las aletas no son lo suficientemente grandes.
Todas las Navidades las acabamos así: enfadados, con el estrés de las tareas pendientes y la sensación agónica de saber que es la hora de recoger los adornos y el árbol que ayer ya no encendimos.
En cambio, para mí el día de hoy es como el renacer. Tengo la sensación de haber sacado la cabeza del agua. Veo la casa recogida al fin, huecos donde antes había todo tipo de trastos y sensación de calma y penumbra donde hasta ayer lucían las estrellas con luces celestiales. 
He tomado aire para llenar mil pulmones como los míos. Por este año se acabó la acuática excursión. Me quedo con la belleza infinita del mar, con la alegría de respirar y con una maravillosa sonrisa en los labios.
Espero que hayáis disfrutado del buceo. Bienvenidos a la fascinante percepción de la monotonía y la cotidianidad. 
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