viernes, 29 de noviembre de 2013

Mucho circo

Bueno, pues aquí estoy.
Os dije que volvería, y he decidido colarme en vuestras vidas antes de tener que forzar el regreso por Navidad, que eso ya lo patentó El Almendro y está muy manido.
Ando, como os dije, en pleno proceso de escritura. Bueno también, ahora que no se entera mi esposo os lo cuento, me estoy planteando salir a la caza y captura de un torero. Me han dicho que eso es éxito seguro cuando quieres dedicarte a escribir libros.
¿Creéis que mi nariz quedaría bien apuntado hacia el lado izquierdo? ¿O es el derecho? Pienso que a lo mejor, mimetizándome con ella, la Esteban me permite llevarle el Vuitton en las presentaciones. Yo por aprender, lo que sea.
En fin, dejemos la actualidad de los telediarios porque me acuerdo de la política y ya me hago un lío. No sé si llevarle el bolso a la Esteban o el collar de perlas a la Botella. Estoy confusa, ya que ambos cerebros me tienen últimamente conquistada.
En cuanto a la vida real, y no la que  nos ofrecen en papel dorado los medios de comunicación, parece que el fresquito ha venido estos días a recordarnos que el invierno no pretendía darnos tregua. Estaba ahí mismo, agazapado detrás de la puerta, frotándose las manos con una sonrisa socarrona. Nos dejó creernos lo de la primavera perpetua y el calentamiento global, y de repente, hizo su entrada triunfal, dejando nieve en las calles que me enseñan por la tele y un aroma a chimenea caliente, cuando me asomo a las ventanas de mi casa.
No sé qué va a pasar este año. Sinceramente me da miedo pensar en cómo van a afrontar miles de familias estas fiestas que vienen, con el bolsillo y la esperanza vacía. Me produce una tristeza infinita cuantificar con las matemáticas aprendidas desde pequeña, el número de sueños desbaratados e ilusiones rotas. ¿Cómo le explicas a un niño que los Reyes han dejado de ser Magos y que son Don Dinero y Don Tengo Trabajo los únicos señores que regalan bicicletas o "maquinitas" Nintendo? Tengo la impresión de que este enero, la cuesta arriba va a ser mucho más alta para los que son padres a los que no les queda nada.
"Navidad", "Niños", "Desempleo", "Corte Inglés", "Personas dependientes"...Qué batiburrillo de palabras más complicado para juntar en el tiempo. Qué injusta es la vida y qué miserable podemos llegar a ser los seres humanos... no puedo dejar de pensar en ello, a pesar de los pestiños y las luces brillantes.
Pero eso es lo que tenemos, para eso pagamos muy bien a las estrellas mediáticas y a los políticos que pronuncian frases contundentes, para darle a la gente lo que la gente demanda: un trozo de pan y mucho, muchísimo circo.
Yo por mi parte vuelvo a retirarme a la literatura. Cuando no puedes cambiar el mundo, no hay nada mejor que dejar volar la imaginación. 
Besos.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Habrá poesía


Hoy he leído un estudio que dice que los ambientes desordenados contribuyen a la creatividad. Dicen estas eminencias de la Universidad de Minnesota que "el orden y el desorden son estados comunes del ambiente que activan distintas partes de la mente".
La verdad es que me he puesto muy contenta al leer el estudio. En serio. Mira que yo ya no me creo nada de esos experimentos, y menos cuando los dirigen los americanos que son unos peliculeros. Pero, estoy contenta yo hoy.
Después de terminar el artículo, he entrado al cuarto de mi hija y he llegado a una conclusión: si el desorden activa la creatividad, yo tengo en mi casa a Leonardo da Vinci en su reencarnación femenina.  Lo qué es la vida. Venga a quejarme, y resulta que la niña tiene por el suelo siete pares de zapatos porque es un genio. 
Pero, en fin...no venía yo hoy a hablaros de eso, que me lío y luego no doy pie con bola. 
¡Uy! estoy pensando...a ver si yo también soy una fenómena y no me había dado cuenta. Pues nada...ya no junto más los calcetines. A lo mejor con un poquito más de desorden soy capaz de dibujar algo que vaya más allá de la casita en el campo con el tejado a dos aguas. (Por cierto, hago un inciso, yo no sé por qué, viviendo en Andalucía, es pensar en dibujar una casa, y ala! tejado inclinado y chimenea, como si en vez de vivir en Cádiz, una fuera de Canadá.)
Bueno, en realidad, lo que hoy yo quería contaros es el motivo de que últimamente el blog esté un poquito abandonado. Sé que lo habéis notado y que alguno de vosotros me riñe cuando nos encontramos.
Como diría sabiamente mi madre, "en Misa y repicando no se puede estar". Y cuánta razón lleva, la mujer. 
Tengo que contaros que estoy en plena etapa de escritura. Tengo todos los sentidos puestos en una historia que me revolotea por la cabeza, que me pilla a traición cuando menos me lo espero y me obliga a sentarme a esculpir personajes.
Sabéis que colaboro con una revista digital con la que me comprometo a escribir una reseña mensual. Ello, evidentemente, supone haberme leído el libro sobre el que voy a dar mi opinión. 
Soy miembro del jurado de un certamen literario. Eso, bueno....eso es leer muchísimos relatos para votar a qué persona se le va a conceder algo que provoca una enorme ilusión. Por eso, para mí el tema es muy serio. 
Si a todo esto, le añadimos el bla, bla, bla del día a día de una madre y ama de casa tristemente pobre que no tiene empleada del hogar, ya os podéis imaginar los malabares que hay que hacer para encontrar la frase exacta en un relato, resolver los paréntesis de la tarea de matemáticas y mantener decente el suelo de la cocina.
Espero que los que hayáis tenido la paciencia de quedaros a leer este texto, no lo entendáis como una especie de curriculum, adobado con una salsa de falta de humildad. Simplemente os lo cuento, porque no me gustaría que esos amigos a los que me encuentro en la calle, en la cola del banco o en el super del barrio y me dicen que escribo muy poco en el blog, tuvieran la sensación de que esto es un "campana y se acabó", de aquellas con las que se cerraba cada noche el Un, Dos, Tres.
Quiero que sepáis que si me siento a gusto y vosotros también los estáis, si las estadísticas siguen cantando que hay gente a la que no le importa perder un ratito en venir a tomar el café de este salón...aquí voy a estar.





Mientras el corazón y la cabeza
             Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
             ¡Habrá poesía!


Gustavo A. Becquer


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