domingo, 29 de diciembre de 2013

FELIZ AÑO NUEVO

A veces tengo la sensación de que los seres humanos nos empeñamos en complicarnos a nosotros mismos la vida.
Como si no tuviéramos bastante con cargar cada día con el peso de las decisiones más o menos acertadas, con el de nuestras acciones que nunca están exentas de daños colaterales y con el etéreo desasosiego del "que hubiera pasado si...", nos hemos inventado el calendario con un día especial dedicado a mirar atrás y hacer balance.
Nos damos a nosotros mismos la alegría mágica de la Navidad: luces, campanitas celestiales, buenos deseos...Y luego, nos dejamos en medio estos días, así como el que no quiere la cosa, con la insana intención de despedirnos de lo que hemos sido durante el resto de la vida y darle la bienvenida a lo que queremos ser a partir de que cambie el número.
A veces el balance es positivo. Hay años que miras hacia atrás y ves que te saludan con sonrisas los deseos cumplidos y la vida bien vivida. Entonces sientes penas de la despedida. Sabes que tendrás que hacer sitio en el baúl de los recuerdos, para todas las sensaciones que fuiste dejando desordenadas por la habitación de la memoria. Se acaba el año y es hora de guardar cada cosa en su cajón, cada emoción en su armario.
Otras veces prefieres no volver la mirada. Es mejor salir de diciembre apuntando solamente hacia delante. Es el número, por su cuenta, el que se ha encargado de quedarse marcado para siempre en el viejo sofá del dolor y la tristeza. Ahí hay poco que decir, sólo esperar que el tiempo que llega sea capaz, como dicen, de ayudar con su lánguido paso a taponar las heridas abiertas.
Un año da para mucho y no creo en las verdades absolutas. Seguramente, todos andemos ya engrasando la balanza donde se pesa lo bueno y lo malo, donde llevaremos a cabo esa aritmética inevitable a la que la mente te conduce el treinta y uno. 
Por eso, y por todo lo que os debo, os deseo de corazón que salga positiva la contabilidad de la vida. Ojalá las varitas mágicas de las hadas funcionen después de la última ITV y empiecen a cumplirse, uno a uno, todos vuestros deseos.
Muchísima suerte en la vida que comienza.
FELIZ AÑO NUEVO

viernes, 20 de diciembre de 2013

Villancico 2013

Cuando este año mi cuñado Josema me propuso volver a hacer la letra para el villancico de Navidad de nuestros niños, lo primero que me vino a la cabeza fue una extraña sensación de abatimiento. Corren malos tiempos para celebraciones cuando sabes que hay  tantas familias enfrentándose a la dura realidad de no tener una varita mágica para recrear con ella las ilusiones. Me senté delante del folio decidida a escribir sobre la nieve que no deja ver el sol y el barro que a veces dificulta el paso de los camellos que vienen de oriente. 
Pero luego pensé que la mente, al igual que el corazón, también necesita de la magia de creer, del sueño de pensar aunque sea por unos días que en algún momento el mundo cambiará. No podemos hundirnos en el pesimismo, ese es el significado de la canción. Hay que salir a buscar esa Navidad que puede encontrarse en el fondo limpio de los ojos de un niño o en el espectacular brillo de una sonrisa. "Porque es Navidad y es el tiempo de soñar".
En nombre de los peques de mi familia, FELIZ NAVIDAD a todos.


martes, 10 de diciembre de 2013

La biblioteca

A lo largo de mi vida (esto empieza como las grandes historias) he conocido a una gran variedad de personas. 
Como hacemos todos, y en mi caso por deformación profesional supongo que un poco más, tengo clasificadas a cada una de ellas, en ese esquema mental que es necesario para reconocerlas y reconocernos a la vez a nosotros mismos.
Creo que a veces el cerebro o probablemente el corazón funciona como una biblioteca particular, como un fondo histórico donde he ido colocando por baldas perfectamente clasificados: nombres, motes, anécdotas, a veces solamente imágenes de todos aquellos que han formado y formarán para siempre parte de mi vida.
En la zona que da más al interior, cerquita de mi mesa de despacho y donde el acceso es privado,  guardo a los miembros de mi familia. Tienen trato de incunable porque la sangre forma parte del patrimonio nacional de mi cariño. Con ellos me recreo en cada una de sus páginas, porque todas guardan tesoros de mí misma. A veces noto que algunos tienen polvo, acumulado por el tiempo en que no paseo por sus letras a causa de la vida atareada. Entonces, cojo el teléfono o me los encuentro en un evento, y disfruto restaurando el papel amarillo que me recuerda tanto tiempo compartido.
En la sala grande, una redonda donde no hay esquinas, es donde tengo a los amigos. No me gusta ordenarlos, quedan bien como están, rebosando estanterías unas veces, situados estratégicamente en el mostrador... da igual, porque son de uso cotidiano, de meter en el bolsillo y llevar al café de las sobremesas o al trabajo que ya no tengo.
Después, accediendo por una puerta pequeña, hay una salita que está más cerca del pasillo. Allí he colocado en orden a los conocidos, a los que trato con respeto. Andan en esa antesala, entre el saludo cordial y la posibilidad de pasar algún día para dentro. Con la mayoría, seguramente nunca leeré mucho más allá del prólogo, aunque a veces, han sido muchas las historias que me han dejado sorprendida ojeando con ellos el primer capítulo.
Y al final o al principio del camino, todo depende de si voy o vengo, justo al lado de la entrada he dejado los libelos, los plagios, la literatura negruzca que no merece la pena. A veces paso y miro con un  reojo poco disimulado, esperanzada con que algún ingenuo me haya robado alguno, y haya apartado de mí ese condenado maleficio.
Para alguien que ha vivido entre libros, a veces la vida se convierte en una biblioteca. Bueno, no sé, ¿como es aquello de..."en casa del herrero..."?

viernes, 29 de noviembre de 2013

Mucho circo

Bueno, pues aquí estoy.
Os dije que volvería, y he decidido colarme en vuestras vidas antes de tener que forzar el regreso por Navidad, que eso ya lo patentó El Almendro y está muy manido.
Ando, como os dije, en pleno proceso de escritura. Bueno también, ahora que no se entera mi esposo os lo cuento, me estoy planteando salir a la caza y captura de un torero. Me han dicho que eso es éxito seguro cuando quieres dedicarte a escribir libros.
¿Creéis que mi nariz quedaría bien apuntado hacia el lado izquierdo? ¿O es el derecho? Pienso que a lo mejor, mimetizándome con ella, la Esteban me permite llevarle el Vuitton en las presentaciones. Yo por aprender, lo que sea.
En fin, dejemos la actualidad de los telediarios porque me acuerdo de la política y ya me hago un lío. No sé si llevarle el bolso a la Esteban o el collar de perlas a la Botella. Estoy confusa, ya que ambos cerebros me tienen últimamente conquistada.
En cuanto a la vida real, y no la que  nos ofrecen en papel dorado los medios de comunicación, parece que el fresquito ha venido estos días a recordarnos que el invierno no pretendía darnos tregua. Estaba ahí mismo, agazapado detrás de la puerta, frotándose las manos con una sonrisa socarrona. Nos dejó creernos lo de la primavera perpetua y el calentamiento global, y de repente, hizo su entrada triunfal, dejando nieve en las calles que me enseñan por la tele y un aroma a chimenea caliente, cuando me asomo a las ventanas de mi casa.
No sé qué va a pasar este año. Sinceramente me da miedo pensar en cómo van a afrontar miles de familias estas fiestas que vienen, con el bolsillo y la esperanza vacía. Me produce una tristeza infinita cuantificar con las matemáticas aprendidas desde pequeña, el número de sueños desbaratados e ilusiones rotas. ¿Cómo le explicas a un niño que los Reyes han dejado de ser Magos y que son Don Dinero y Don Tengo Trabajo los únicos señores que regalan bicicletas o "maquinitas" Nintendo? Tengo la impresión de que este enero, la cuesta arriba va a ser mucho más alta para los que son padres a los que no les queda nada.
"Navidad", "Niños", "Desempleo", "Corte Inglés", "Personas dependientes"...Qué batiburrillo de palabras más complicado para juntar en el tiempo. Qué injusta es la vida y qué miserable podemos llegar a ser los seres humanos... no puedo dejar de pensar en ello, a pesar de los pestiños y las luces brillantes.
Pero eso es lo que tenemos, para eso pagamos muy bien a las estrellas mediáticas y a los políticos que pronuncian frases contundentes, para darle a la gente lo que la gente demanda: un trozo de pan y mucho, muchísimo circo.
Yo por mi parte vuelvo a retirarme a la literatura. Cuando no puedes cambiar el mundo, no hay nada mejor que dejar volar la imaginación. 
Besos.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Habrá poesía


Hoy he leído un estudio que dice que los ambientes desordenados contribuyen a la creatividad. Dicen estas eminencias de la Universidad de Minnesota que "el orden y el desorden son estados comunes del ambiente que activan distintas partes de la mente".
La verdad es que me he puesto muy contenta al leer el estudio. En serio. Mira que yo ya no me creo nada de esos experimentos, y menos cuando los dirigen los americanos que son unos peliculeros. Pero, estoy contenta yo hoy.
Después de terminar el artículo, he entrado al cuarto de mi hija y he llegado a una conclusión: si el desorden activa la creatividad, yo tengo en mi casa a Leonardo da Vinci en su reencarnación femenina.  Lo qué es la vida. Venga a quejarme, y resulta que la niña tiene por el suelo siete pares de zapatos porque es un genio. 
Pero, en fin...no venía yo hoy a hablaros de eso, que me lío y luego no doy pie con bola. 
¡Uy! estoy pensando...a ver si yo también soy una fenómena y no me había dado cuenta. Pues nada...ya no junto más los calcetines. A lo mejor con un poquito más de desorden soy capaz de dibujar algo que vaya más allá de la casita en el campo con el tejado a dos aguas. (Por cierto, hago un inciso, yo no sé por qué, viviendo en Andalucía, es pensar en dibujar una casa, y ala! tejado inclinado y chimenea, como si en vez de vivir en Cádiz, una fuera de Canadá.)
Bueno, en realidad, lo que hoy yo quería contaros es el motivo de que últimamente el blog esté un poquito abandonado. Sé que lo habéis notado y que alguno de vosotros me riñe cuando nos encontramos.
Como diría sabiamente mi madre, "en Misa y repicando no se puede estar". Y cuánta razón lleva, la mujer. 
Tengo que contaros que estoy en plena etapa de escritura. Tengo todos los sentidos puestos en una historia que me revolotea por la cabeza, que me pilla a traición cuando menos me lo espero y me obliga a sentarme a esculpir personajes.
Sabéis que colaboro con una revista digital con la que me comprometo a escribir una reseña mensual. Ello, evidentemente, supone haberme leído el libro sobre el que voy a dar mi opinión. 
Soy miembro del jurado de un certamen literario. Eso, bueno....eso es leer muchísimos relatos para votar a qué persona se le va a conceder algo que provoca una enorme ilusión. Por eso, para mí el tema es muy serio. 
Si a todo esto, le añadimos el bla, bla, bla del día a día de una madre y ama de casa tristemente pobre que no tiene empleada del hogar, ya os podéis imaginar los malabares que hay que hacer para encontrar la frase exacta en un relato, resolver los paréntesis de la tarea de matemáticas y mantener decente el suelo de la cocina.
Espero que los que hayáis tenido la paciencia de quedaros a leer este texto, no lo entendáis como una especie de curriculum, adobado con una salsa de falta de humildad. Simplemente os lo cuento, porque no me gustaría que esos amigos a los que me encuentro en la calle, en la cola del banco o en el super del barrio y me dicen que escribo muy poco en el blog, tuvieran la sensación de que esto es un "campana y se acabó", de aquellas con las que se cerraba cada noche el Un, Dos, Tres.
Quiero que sepáis que si me siento a gusto y vosotros también los estáis, si las estadísticas siguen cantando que hay gente a la que no le importa perder un ratito en venir a tomar el café de este salón...aquí voy a estar.





Mientras el corazón y la cabeza
             Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
             ¡Habrá poesía!


Gustavo A. Becquer


sábado, 26 de octubre de 2013

El lazo rosa

La semana pasada, se celebraba como todos los años el Día Mundial contra el Cáncer de Mama. 
Para mí, que afortunadamente no he pasado por ese trance, esa conmemoración se convierte en un acto con sabor agridulce. Por una parte, recibo montones de mensajes cariñosos de amigas. Ellas me recuerdan que hay gente que me aprecia, por detrás de las consignas del día, por encima del lazo rosa del perfil. Y me encanta ese pacto de femineidad que nos traemos entre manos en facebook, con el fin de mantener despistados a nuestros hombres. 
La parte más agria del día es saber que somos muchas, demasiadas, las familias que estamos marcadas por esta tragedia que ha dejado detrás a tantas buenas personas, miles de mujeres que se encontraron de pronto y de frente con esta enfermedad tan injusta.
Este año ha habido un tinte aún más negro tapando con su sombra el brillo del rosa. Las circunstancias nos están haciendo politizarlo todo, y yo, particularmente, me siento tremendamente enfadada con unos personajes siniestros, que tapan y enmascaran a los corruptos, mientras reducen al mínimo el presupuesto en la investigación científica que salva vidas.
Pero en medio de esta vorágine de titulares de periódicos y de adhesiones a manifiestos comprometidos, la vida como tantas veces, ha venido a sorprenderme nuevamente a través de la ternura, y me ha dejado varada delante del ordenador rumiando lágrimas, pero también celebrando la esperanza.
Tengo una amiga cordobesa que se llama Maribel. Cuando yo la conocí, hacía muy poco tiempo que había pasado por esa situación de sentirse al borde del abismo. A mí me sorprendió de ella la naturalidad con la que me contó su historia, y el buen humor con el que se enfrentaba a la vida, a pesar de estar inscrita en la lista de la incertidumbre. Recuerdo que me impactó su sonrisa. Me ganó, mientras me contaba con su acento cordobés que lo mejor de lo que le había pasado era la comodidad de tener el pelo corto, un estilo de peinado que desde entonces nunca ha cambiado.
Este día especial, en el que las afortunadas no podemos hacer otra cosa que mostrar nuestra solidaridad, su hija Laura, que tiene dieciséis años, ha encontrado una manera diferente de celebrar un día que para ella y su familia es uno de los más importantes del calendario. Su madre asegura que es lo más bonito que nadie le ha dicho nunca, y no me extraña, Maribel, no me extraña.
Os voy a dejar sus palabras y no voy a escribir nada más. No me siento capaz de añadir ni una coma a esta lección que hace unos días me dio una mujercita, a la que recuerdo como una niña. Solamente, quiero darles desde aquí las gracias a las dos por permitirme sacar a la luz su historia y su intimidad. Saben que lo hago porque su experiencia es un canto precioso a la esperanza. Vamos a poder con esto, ya lo veréis, algún día una de estas niñas como Laura, nos ofrecerá con su inteligencia la mejor de las noticias. Mientras tanto, os prometo que yo seguiré pensando en rosa.




Bienvenida a casa mamá". Una frase sencilla y clara, ¿no? "Bienvenida a casa mamá". La segunda vez que la lees suena diferente si te paras a pensar un segundo. Es extraño darle la bienvenida a tu madre en su propia casa, pero todos los que estábamos, estamos y estaremos te la dimos.-nunca olvidaré ese día- 
¡VOLVISTE A CASA!
¿A quién se le da las gracias cuando ocurre un milagro? Yo no tengo ni idea. Quizás a los que creyeron desde el primer momento gracias a sus conocimientos, cada médico, cada enfermera...Los que pusieron ese 0,01% que a ti, mamá, te faltaba para llegar hasta donde conseguiste llegar.
Tú, en cambio, pusiste tus pestañas, tu melena, tu color de piel, tu tremenda fuerza y esa garra de luchadora que te define para salir ganando.
Después de tanto tiempo ya parece una anécdota más en el día a día, pero lo que costó en su tiempo superar el cáncer fue inimaginable. 
Hoy es un día más para agradecerle a todos aquellos que te ayudaron tanto y nos ayudaron.
Hoy es el Día contra cáncer de Mama, irónico marcar en un solo día del año lo que tanto tiempo cuesta superar. Mucha gente pone su lazo rosa. Yo te pongo a ti, mamá. Un ejemplo de los grandes para el resto de mi vida. 
Pd: Superarse a uno mismo es la clave, nada es imposible y yo tengo la prueba.
Laura.     
  

lunes, 21 de octubre de 2013

Esperanza

Hace unos años, conocí a  una niña que miraba el mundo con curiosidad a través de unos ojos enormes. Venía a visitar a su tía, vecina mía puerta con puerta, y a menudo me daba un toque y entraba a ver a mis hijos cuando eran apenas unos bebés. Los manejaba, jugaba con ellos y me contaba sus cosas del cole, la pesadez de sufrir a su hermano...la vida vista desde el prisma de la niñez.
Este verano, Esperanza, que ahora es estudiante de Medicina, nos ha dado a todos una lección magistral. Ha cogido unas poquitas pertenencias propias y un cargamento de solidaridad, para irse con la ONG Hola Ghana a poner parches de cariño en las heridas del corazón.

Con un grupo de amigas, compañeras de profesión, se han ido "de fiesta" a otro continente y otra cultura. No ha sido, a pesar de la edad, la ruta del bacalao la que han elegido para vivir su verano, sino el camino de los orfanatos que por desgracia cruzan el país de Ghana, porque el número de niños abandonados es incontable.

Creo que desde que ha vuelto, Esperanza no puede hablar de otra cosa que no sea de lo que ha vivido allí. África se le ha metido en el cuerpo y en el alma y ya está llena de proyectos y de compromiso, que junto a esas amigas con las que ha vivido esta aventura, están amasando e intentando poner en marcha.
Para mí, personalmente ha sido muy emocionante que me haya contado que en el camino de vuelta, viajó leyendo una historia de mentira que yo creé, mientras atesoraba en el fondo de su corazón tantas y tantas sensaciones, tanto agradecimiento sincero de una gente humilde, honrada y a su manera feliz, que le han hecho sentirse pequeña a su lado.
Ayer me hizo el mejor de los regalos. Me contó que en ese viaje de vuelta, mientras leía la novela, iba identificando a los personajes con gente de verdad que ha conocido. No me gusta incidir en los arquetipos de África, ella ha estado en Ghana y mi historia se desarrolla en Senegal que son dos países y dos culturas diferentes. Pero es verdad que ambas regiones tienen en común la misma trayectoria de desesperanza y de injusticia,  y eso de alguna manera las hermana. 
Me ha emocionado saber que "existe" sor Josefa entre las Hermanas de la Caridad de Kumasi, que han viajado a una aldea de casas de adobe, ( las denominan the village),o que han comprobado, como lo vivió mi Paloma, que en la otra cara de la misma realidad, existen hoteles donde te ofrecen un trozo de mar. Pero... si hasta se les pinchó, en una carretera mal asfaltada, la furgoneta en la que viajaban.
¡Si viérais las fotos! Qué maravilla, de verdad. Cómo te remueve el cuerpo por dentro el primer plano de una cara preciosa, la oscuridad de unos ojos con los que se ha cebado, de forma tan tremendamente injusta, el abandono y la tragedia.
Yo, desde aquí, sólo puedo dar la enhorabuena a esas chicas maravillosas que me hacen seguir creyendo en la humanidad. También, por supuesto, a sus familias, que han sabido trasmitirles esa forma tan directa, tan preciosa, de entender la solidaridad. Soy madre y comprendo la mezcla de orgullo y de miedo que habrán sentido durante toda la aventura.
Prácticas en el quirófano del hospital de Koforidua
Voy a seguiros de cerca, Esperanza, eso te lo digo ya. Me encantará vivir con tus ojos las emociones de contribuir a que el mundo sea un poquito mejor de lo que es. Es realmente reconfortante irte a la cama pensando que hay otra ruta distinta a la del botellón y la droga de diseño, un camino por hacer que está en manos de gente joven como tú, gente que simbolizáis como tu nombre, la fe en el futuro.
Gracias por las emociones.







miércoles, 16 de octubre de 2013

Conspiración

Mira que hay cosas en la vida que pueden enfadarte. ¡Ufff!
Si observamos nuestro alrededor y echamos la vista atrás si acaso un año, mejor no tirar de hemeroteca, porque entonces, el nivel de cabreo (permítanme la ordinariez de la expresión) sube hasta la escala de rojo, pero vamos, tirando a burdeos: corruptelas políticas, justicia poco efectiva, estafa bancaria, la separación de Paquirrín...en fin, esas cosas por las que merece la pena alterarse.
Pero no, no es eso de lo que yo quería hablar hoy. Creo, sinceramente, que en el grado del enfado sublime, en esa cúspide de la alteración mental que te lleva a decir por la boca barbaridades que nunca habías imaginado proferir, hay una circunstancia que lidera el ranking de la frustración: los cortes de internet.
Fíjate que bien mirado, no son ni siquiera "cortes". Que dice el técnico de mi compañía, la que me suministra ocio en forma de cable, que son microcortes. Vamos, que se cree el "muchacho-muchacha-con acento cadencioso-que nunca es el mismo ", que añadiendo delante la palabra micro va a suavizar las ganas que tienes de arrancar el cable de Ono y hacerte con él una corbata o un bonito cinturón para lo que, sin ninguna duda, será más útil que para conectarte con la red.
En mi casa el problema surge cuando trabajas con wifi. En eso yo soy una privilegiada. Mi ordenador, que conecta directo por cable a la red va como una moto. Pero, claro, eso no deja muy contenta al resto de mi familia que me ven pasar con el casco puesto, mientras ellos van andando y haciéndome autoestop con el pulgar hacia arriba. 
Entonces me pongo tierna. Miro a mi marido y mis niños sudando la gota gorda para mandar un correo y acudo a la llamada de auxilio, lo que en traducción castiza resulta: vuelvo a llamar a Ono.
Sé que no vale para nada y con ese espíritu espero el tiempo interminable de la musiquita. No soy tonta, me digo a mí misma. Creen que me están lanzado publicidad subliminal, pero no saben que me estoy dando cuenta. 
- Buenos días, le habla Rodrígo Gómez, encantado de poder servirle.
Entonces, explico nuevamente el viejo problema y vuelvo a soltar el mismo rollo que suena igual que el de su maquinita infame, porque me lo sé de memoria. Escucho un ruido de teclas sospechoso de ser una grabación sonora, para finalizar el episodio con la encuesta de una voz en of que me obliga a valorar, como si yo me hubiera ido alguna vez de copas con Rodrígo Gómez, las capacidades y la amabilidad del operador. Que digo yo, hombre a mí si me soluciona el problema, como si Rodrigo no quiere ser amable. A ver si a alguien se le ocurre de una vez darles un curso de informática y no de protocolo, que llevo diez años con Ono y todavía no se han enterado de que llamo para que me solucionen el tema de internet y no para que me den cariño.
Yo comprendo a mi familia, esa es la verdad. Por circunstancias que no vienen al caso, a veces trabajo en uno de los ordenadores esos del wiffi y oye,  no veas el mal humor que da.  "Esta página web no está disponible", dice la pantalla y se queda tan ancha. Me ca... en...to lo que se menea. "Se ha producido un error al guardar o publicar tu entrada", es lo que me dice esto ahora mismo. La madre que...
Al final, siempre acabo pensando: ¿será esto una estrategia del gobierno para tenernos entretenidos? ¿Habrá una trama conspiratoria que nos ablanda el cerebro después de cincuenta llamaditas a una centralita instalada en algún sótano oculto de La Moncloa? ¿Será extraterrestre Rodrigo?
Madre mía.....me voy a tener que hacer mirar esto...¿eh? Me queda una duda: ¿llamo al médico o a Iker Jiménez?

viernes, 4 de octubre de 2013

Adios, Astérix

Algunas veces parece como si el tiempo no pasara. Estás inmersa en esa maraña de obligaciones y devociones que componen el día a día, y tienes la sensación de estar viviendo un bucle. 
Pero es curioso como de repente, en un momento, la visión de una foto al abrir una carpeta de imágenes, la reposición de Verano Azul o el olor a colonia de un bebé en el ascensor, cualquier cosa puede encender la mecha que te lleva a la explosión de los recuerdos.
Entonces te das cuenta perfectamente de que el tiempo se empeña en pasar a través de los hilos de araña con los que la monotonía teje tus redes. Y descrubres que ya sabías a ciencia cierta que hay etapas quemadas y tiempo que no vuelve.
Ayer concretamente pasé por una de esas sensaciones. Mi hijo se hace mayor. Ya lo intuía en el cambio que está sufriendo su voz, en esa necesidad de intimidad con la que protege la clave de su teléfono móvil, o en el número de zapato, que yo me empeño en dejar en treinta y nueve, pero tengo que cambiar por uno del cuarenta. Pero es que ayer, el cierre de la etapa fue físico, tangible, y no sé muy bien qué hacer con las emociones.
A mi marido, que es un artista dibujando, desde que los niños eran pequeños siempre le encantó pintarles la habitación. Según sus gustos, las paredes de sus cuartos fueron el lienzo ideal para dejar inmortalizados a los héroes que adoraban, o a los personajes de dibujos animados preferidos del mundo de la televisión. La mayor, que es más de no tirar nada, nunca ha permitido que se borre de su pared el dibujo de las supernenas, o los dulces perritos dálmatas que su padre pintó cuando ella era apenas un bebé. Así que nos hemos tomado el trabajo durante estos años, de pintar alrededor haciendo un artístico recorte para no tocar las imágenes. Pero para el pequeño, más tímido y más preocupado por lo que sus amigos-visitantes-compañeros de Xbox pudieran pensar al venir a casa, papá ha ido borrando y cambiando los personajes para adecuarlos de alguna manera a su edad. Del gallo claudio y el perro de la Warner que medía sus centímetros, pasamos a Astérix en un primer momento de evolución de la madurez. Pero hace unos días, y temiendo que por "corte" no fuera capaz de pedirlo, el padre le pidió su opinión para borrar para siempre de la pared los recuerdos de una infancia a la que él ya no quiere pertenecer.
Como habíamos imaginado, el chiquillo enseguida aceptó y creo que agradeció la propuesta. Ayer mismo, y después de hacer la foto de recuerdo, mi marido cogió el rodillo y dejó atrás con muchas capas de pintura la más tierna infancia de mi niño.
Qué diferente la percepción de mi hijo a la mía. Cuánto de orgullo hay en ese número cuarenta que ya calza y qué nostalgia más tonta se me ha quedado pegada a esa pared vacía. Pero bueno, sabéis que no soy de las que piensan que lo ideal de la vida es lo que quedó detrás. Nunca se sabe si el futuro será mejor o peor, eso es impredecible. Ahora, de lo que no cabe duda es de que será diferente. 
Bueno, os dejo con las imágenes. Creo que mi marido se merece que os las enseñe. En primer lugar porque es un artista, de eso no me cabe duda. Pero sobre todo, y ahora que no me escucha, porque sé que ayer, aunque no quiso que el chaval se diera cuenta,  a él también le costó digerir que los hijos crecen, que las cosas cambian; en definitiva, que la vida pasa.




viernes, 27 de septiembre de 2013

La relatividad

Si hay algo positivo en esta crisis que nos asfixia, es esa sensación que me invade de relativizar todo lo que no considero importante. 
Veo a menudo tantas situaciones complicadas, en directo o televisadas por cadenas que están haciendo programas dedicados a sensibilizar el corazón, que tengo que decir que hay cosas que antes me sacaban de mis casillas y ahora no me importan nada.
Hace unos días viví en directo un momento terrible. Estaba comprando en un supermercado y había una pareja muy joven, con un niño de apenas un año, desayunando en uno de los pasillos. Me llamó la atención porque llevaban en la mano una cesta vacía y parecían querer pasar desapercibidos en la zona de los refrescos, comiendo pan a pellizcos y una bandeja de "saladitos". 
No hacía falta ser muy lista para darse cuenta, por la actitud, de que no habían abierto la bandejita de forma distraída mientras compraban. La forma en que engullían rápidamente los productos, parados en medio del pasillo, me golpeó terroríficamente el alma. 
Sé que estaréis pensando: ¿y que hay de positivo en todo esto? 
Por desgracia, mi situación económica no me permite excederme con la solidaridad. Como ya os he contado, también estoy sufriendo el paro en mis carnes y, evidentemente, todo cambia cuando uno de los dos miembros de la familia deja de trabajar. Pero es tan desolador el panorama que tenemos al alcance de la vista, que hay algo dentro de mí, una especie de sensación de pudor que no me autoriza a sentirme mal por cuatro banalidades.
Es una sensación muy rara. Me creo con derecho a estar preocupada por el futuro de mis hijos -eso está ante todo- y por lo incierto que me pueda deparar el destino.Si algo me queda claro es que nadie está a salvo de nada. Pero tengo la certeza de que de alguna forma, la desolación a la que se enfrenta el país, me ha robado las fuerzas para quejarme por cualquiera de las nimiedades por las que lo hacía antes. Hay tantas cosas que me enfadaban y que ahora me hacen gracia, que creo que he avanzado mucho en el camino de la riso-terapia que te conduce al karma. 
Cuánto me molestaba hace apenas unas primaveras, por poner un ejemplo explicativo de lo anterior,  que una conocida, de las conocidas de toda la vida, se hiciera la loca al cruzarse conmigo para no saludarme. Ahora le digo a mi amiga M., con la que ando de la ceca a la meca: "eso es por las gafas de sol. Ya me dijo a  mí Isabel Pantoja que con estas gafas y enseñando los dientes, no iba a conocerme nadie". 
Era tan preocupante hace apenas unos años llevar la ropa adecuada o los zapatos de apretar los dedos, que no me reconozco estos días, paseando por la Calle Real de mi pueblo, con los zapatos gastados de andar millas y el pantalón descolorido de ir cómoda. Qué curioso, ¿verdad? cómo las cosas más nimias pueden cambiarte el sentido que das a la vida.
Bueno chicos, en esa estoy. ¿Y vosotros qué pensáis, qué enseñanza positiva estáis sacando de la crisis? 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Sainete familiar

Imaginaros la escena:
Seis de la tarde, casa en silencio. Yo, sentada en un dormitorio con muebles blancos (muy bonito por cierto, no es porque sea mio ), en una mesa de estudio situada junto a la ventana. La luz tenue que entra a través de las persianas a medio bajar, da un aire mágico a la pantalla del ordenador donde van surgiendo las palabras a golpe de teclado.
De pronto, se alza una voz adolescente ( momento en que el cambio de niño a hombre se está produciendo en las cuerdas vocales, y no sabes si el que habla es tu hijo o hay que llamar a Iker Jiménez) desde otra estancia de la casa (concretamente la cocina).
Comienza el diálogo:
EL NIÑO. (A gritos): ¡Mamáaaaaa!
YO. (Con voz de "otra vez, es que no paran y no me dejan hacer nada ni un minuto"). ¿Qué?
EL NIÑO. ¿Dónde está la mermelada?
YO. (En el tono se nota que la irritación va subiendo de grado) Pues dónde va a estar, donde está siempre. En la nevera.
EL NIÑO (Después de un breve minuto de silencio) ¿A la derecha o a la izquierda?
YO (Con voz tranquila, haciendo como que me invade la calma, cuando realmente podría subirme por las paredes a una velocidad que ya quisiera el spiderman ese) Tú entra y sigue el pasillo, al final hay una puerta verde, pues esa.
EL NIÑO (Que no domina todavía muy bien el arte de la ironía, pero que sabe por el tono que hay "cachondeíto") Mamá, era una pregunta, tú siempre igual.
Pero, vamos a ver, me pregunto yo terminando el sainete: ¿tanto espacio hay en una triste nevera con tres baldas para que el niño tenga que preguntar hacía qué lugar tiene que dirigir la vista? ¿En qué quiere ahorrar?, ¿en córnea?, ¿en movimientos de retina? 
Sabéis que siempre he dicho que no me gusta repetir aquello de "igualito que en mis tiempos". Me parece absurdo pensar que lo nuestro fue mejor que lo que tienen ellos y que se era más feliz viviendo sin móvil, sin internet y sin xbox, jugando a la cuerda y al elástico o compartiendo cine infantil hasta los catorce. Creo sinceramente que cada uno intenta acercarse  al rescoldo de la felicidad, de acuerdo al momento que le toca vivir. 
Ahora, eso sí, creo que hay algo que ha cambiado sustancialmente la forma de mirar a los hijos en los que hoy somos padres. Estamos inmersos en una sociedad tan competitiva, que para que los niños no pierdan comba, no nos atrevemos a permitirles equivocarse. Veo a diario a madres que prefieren hacer el trabajo del colegio, ellas, aunque el niño no se entere de nada, que dejarlo a él hacerlo medio bien, porque eso supondrá una bajada en las notas. Y entonces, la bola, la esfera en la que todos nos movemos empieza su giro y te atrapa, porque al final, y para continuar con el ejemplo anterior del trabajo escolar, tú acabas también haciendo o perfeccionando la tarea, los deberes como decís por el norte, para que el tuyo no sea el peor, el menos listo, el último.
Y claro, como ellos se dejan querer y son unos fenómenos en aprovecharse de las circunstancias, cada vez van teniendo menos responsabilidades y más dependencia. Mejor asegurarse que llevan todos los libros para que no les pongan el negativo, mejor guardarles en la mochila el bocata no vaya a ser que les de un mareo...
No sé. Creo que en esto como en otras muchas cosas, tengo que agradecer a mis padres que me permitieran tener errores. No es que yo sea un dichado de virtudes, vaya la aclaración por delante, pero os aseguro que para lo que debo hacer, no dependo de nadie.
¿Qué pensáis al respecto?

miércoles, 11 de septiembre de 2013

"Inferno" y Dan Brown

Esta semana, mi club de lectura y yo despedimos el verano con un cafelito que olía a septiembre. 
Una de mis amigas, incluso, para decorar la tarde con un toque de temporada, andaba precisamente ese día, con el lío de la compra de uniforme y materiales para el pequeño colegial de la casa.
A pesar de que en agosto nos hemos ido de cena (consortes incluidos), y de que no me ha pasado gran cosa desde la última vez que nos vimos, cuando estoy con ellas, siempre me da la impresión de que me vuelvo a casa con algo sin contar. ¡Vamos!, como si supieran a poco esas meriendas que alargamos casi hasta la hora de la cena. Supongo que esto será debido a que nuestras reuniones a media tarde, pertenecen a esos momentos que a veces regala la vida, esos en los que se hace verdad la máxima de que cuando te sientes a gusto, al tiempo le ponen alas.
Cuando llegó el momento "Inferno" y hablamos de Dan Brown, el pobre hombre tuvo las de perder, para qué vamos a mentir: "Parecía Misión Imposible", decía mi amiga P., a la que no le han gustado nada ciertas escenas que el autor resuelve de un plumazo, como si fuera una película de serie B. "A mí esta vez me ha aburrido", añadía A. "No acabó de engancharme". En resumidas cuentas, que al amigo Dan, le cayó "la del pulpo".
En mi caso, hace tiempo que este autor significa para mí lectura de verano, intriga, relax. He aprendido a no pedirle más. Tengo la teoría de que este señor tiene una fórmula matemática que aplica antes de escribir un libro. Si yo hubiera estudiado Física Cuántica o al menos me fueran las ciencias, quedaría ahora estupendamente con vosotros, aplicando uno de esos galimatías extraños que veía escribir a mi profesora en la pizarra. Entonces, sustituiría la parte "intriga" por la V de velocidad, y a la chica atractiva a la vez que exageradamente lista por la  A de la aceleración al cuadrado. 
¿Que resuelve la formulita? Eso está claro por los millones de ejemplares que vende. ¿Que los libros son todos iguales? No creo que mucha gente me los discuta.
Para ser justos, hay que destacar el enorme trabajo de investigación que cualquiera de sus novelas conllevan. Eso es cierto y salta a la vista. Cada vez que describe un cuadro, un monumento, una calle de alguno de los escenarios en los que se desenvuelve la historia, en este caso concreto Florencia, casi puedes ver el color y sentir el olor de los lugares por los que corre perseguido por el peligro inminente.
Aunque, claro, todo sea dicho de paso, cuando lees los agradecimientos, te das cuenta de lo poderoso que hace a los hombres el éxito, y de lo fácil que le resulta a un escritor como ese, introducirse en estancias del Vaticano, o salas privadas de palacios a las que nunca tendremos acceso nosotros, eso que suele llamarse "el vulgo".
En fin, que muy bien como lectura de evasión, eso sí, si no has leído los anteriores. Si lo has hecho, siento decirte que vas a encontrar más de lo mismo.
Para demostraros que mi teoría de la fórmula del éxito no va desencaminada, os voy a enseñar algo curioso. Hay una página en internet donde alguien con ingenio, ha creado un generador de novelas de Dan Brawn. Sólo con añadir unos datos de tu cosecha y darle al ok, la propia página crea una historia lista para desarrollar. Haced la prueba, abajo os dejo el enlace. Quien sabe... 
Yo por mi parte, me apunto si hay una editorial dispuesta a pagarme un viaje a Florencia, o a Madrid, o a Albacete...¿Almería?...¿Chiclana?...
No hay manera, oye.
Generador de novelas de Dan Brown
Próxima novela para comentar en el club: "La verdad sobre el caso Harry Quebert" de Joël Dicker

jueves, 5 de septiembre de 2013

El ciclo de la vida

Siempre he tenido la percepción de que la historia, como la misma vida, es cíclica.
Venimos al mundo desprotegidos y desamparados, igual que nos vamos, con la incapacidad (si la esperanza de vida te lo permite) de valernos por nosotros mismos y con la necesidad imperativa de ser asistidos. 
Así se suceden también las estaciones, deslizándonos del bochorno más sofocante a la abúlica sensación de septiembre. De nuevo huele a miedo a enfrentarse con las notas definitivas y a comienzo de curso académico y trabajo aparcado.
Lo que no deja de causarme pavor, es la terrible sensación de que en ese ciclo vital,  hay una rueda que da vueltas en la que estamos metidos todos. Parece como si fuéramos ratoncillos blancos corriendo para no llegar a ningún sitio, y estoy completamente segura de que aunque no nos damos cuenta, fuera de la jaula hay gente que nos observa, sentados cómodamente, jugando a experimentar con nosotros.
A veces, los ciclos son muy largos y entonces se nos escapan muchos detalles. Pero en otras ocasiones, es tan corta la fase en la que volvemos el camino, que los que ya tenemos una edad, nos sentimos como en una especie de "deja vu", en un "esto yo ya lo he vivido" que nos parece onírico.
Cuando yo terminé de estudiar la carrera, la crisis que vivía España era de tal magnitud que las oposiciones a las que pensaba presentarme se congelaron durante años. Mi generación anduvo, como la de ahora, mucho tiempo perdida, dando pasitos cortos en esa rueda en la que teníamos que buscarnos la vida. Después de un tiempo, cuando creyeron que ya era suficiente, que el susto en el cuerpo nos habría dejado claro que no hay que sacar los pies del plato, los poderosos se inventaron algunos conflictos armados y una guerra muy mediática. Es así, decían en voz baja los entendidos, como se vuelve a generar el dinero que enriquece a los que tienen derecho a seguir siendo ganadores. La economía se puso de nuevo en marcha, y la burra volvió a la noria, el avaro a la usura y el constructor a la obra.
Y aquí estamos otra vez. Los poderosos que nos dejaron hacer, han decidido que ha vuelto a llegar el momento de enseñarnos la señal de stop, de dejarnos claro, pero muy clarito, que el cuento de la libertad no es más que una vulgar patraña y que no somos más que unos vulgares ratones.
Menos mal que el paro ha bajado este mes y con ello hay indicios de que la economía repunta. Eso dice mucho de nuestros gobernantes. Treinta y uno, sí, pero oye...¿y lo contentos que están ellos? Yo también lo estoy, que conste, más que nada porque son tan poquitos, que a lo mejor con un pequeño esfuerzo puedo hasta felicitarlos a todos. ¿Tendrán facebook esos elegidos para la gloria?
En fin, no hacedme caso. Creo que hoy me ha afectado ver este día tan gris. Se acabó el verano, están recogiendo la playa y  la lotería de los treinta y uno, tampoco esta vez me tocó a mí.

sábado, 31 de agosto de 2013

El casting

Hace unos días me volvió a pasar. Es una de esas anécdotas curiosas que me han venido ocurriendo de vez en cuando desde que tengo el blog. Y ésta es de las que prometen, de las que dan para un "ratillo" de risas, cuando las cuento a la sombra de la sombrilla o a la luz brillante de un mojito bien hecho.
Sabéis que tengo una cuenta de correo asociada a esta página. La inserté bajo el lema "Si quieres contarme algo", precisamente para eso, para que supierais donde encontrarme los que os pasáis por aquí, si hubiera alguna cuestión, duda, pregunta o comentario que por la razón que fuera, no debía salir a la luz o a los ojos que todo lo ven.
Hace un par de días, abro el correo y me encuentro el mensaje de una chica, con su nombre y apellido, con un asunto muy llamativo: Programa especial de Antena 3 Televisión.
Inmediatamente mi mente "malpensante", mal educada por lo que es habitual día tras día, enseguida le dijo a mi corazón -que no sé por qué brincaba un poco más allá del tic tac de costumbre- que ya me estaban colando nuevamente una publicidad engañosa. Será, pensé, una más de las decenas que recibo a diario, donde unos personajes con nombres extraños, me ofrecen el oro del Carambolo, por hacer no sé que transferencia bancaria que ellos no pueden hacer por sí solos.
En fin, no voy a negaros aquí que a pesar de las dudas, estaba deseando abrir el correo. Y tampoco, para eso estamos entre amigos, os voy a decir que por un momento no llegué a creerme que era tal el tirón y la fama de mi novela, que Antena 3 había pensado en mí para promocionarme. (¡Qué queréis, la mente de alguien que escribe historias funciona así!).
Bueno, no, no era para tanto. Promoción no había, pero, sí, era la Televisión, que quería hacerme un casting. Y ahora qué ¿Como os quedáis?
Resulta que Antena 3 estrena en breve un nuevo programa que se va a llamar Ciudadanos. Parece ser que el programa va a tratar diversos temas desde ópticas distintas. Por una parte habrá una serie de invitados expertos en la materia de la que traten, y por otra, van a pedir la opinión de gente de la calle. El tema en concreto para el que me requerían, trata sobre personas que trabajen de cara al público y que quieran contar su experiencia.
Viendo que el email no estaba generado por ninguna máquina, sino que detrás había una persona amable, que según me contaba, se había tomado el interés de darse una vuelta por el blog, contesté al correo para explicarle a grandes rasgos que en ese tema, estoy ahora mismo un poquito fuera de juego.No tengo intención de ir a televisión a revivir escenas del Pleistoceno Medio, cuando una daba clases, trataba con investigadores petardos o tramitaba algún papel, que de todo ha habido en mi vida profesional. 
Ahora, eso sí, aproveché el tirón, y no tuve mucho pudor en pedirle que contara conmigo, si alguna vez tenían previsto hablar de escritores noveles, o de la dificultad de sobrevivir cuando perteneces al mundo de la cultura.
No os vayáis a creer que no me contestó ¿eh? Lo hizo con una frase que será, como muchas que ya llevo grabadas en la memoria, una más para recordar el resto de la vida: "es un placer encontrar rinconcitos como el tuyo que te alegran el día". 
Espero que vosotros me perdonéis la inmodestia y ella el utilizar sus palabras, pero estas pequeñas cosas son las que hacen que la vida merezca la pena y no estoy dispuesta a dejar pasar ni una de las oportunidades que me ayudan a ser optimista y un poquito más feliz.
Por cierto, le dije que iba a promocionar su espacio televisivo. Si creéis que tenéis algo que decir en el programa Ciudadanos y os apetece salir en la tele, dejádmelo por aquí o enviadme un correo y os pongo en contacto con ella.
Besos.

jueves, 22 de agosto de 2013

El abandono

Estaréis pensando que os he dejado aquí, con el vídeo de la entrevista televisiva, solos, desatendidos en este infierno de calor al que nos enfrentamos.
Bueno, la verdad es que es un poco cierto. Ha habido mucho de abandono del blog estos días, en parte por el sopor que roba la voluntad, en parte por las vacaciones que este año no nos dan para viajar, pero que nos ubicó junto al mar a principios de agosto, y todavía nos mantiene sentados donde siempre, en la parcelita de playa en la que quedamos con los amigos, con los pies llenos de arena y los pulmones de brisa marina.
La verdad es que vivir en Cádiz en este aspecto tiene una gran ventaja. Tengo la sensación de que en estas fechas, ser de esta parte del mundo alivia las penas. Cuando la crisis económica aprieta y las circunstancias no te permiten, como otros años, cerrar un avión y volar sobre una maleta -¿o era al revés?- aquí lo tenemos más fácil, todo hay que decirlo, para veranear sin pagar hotel ni tasas de aeropuerto.
La oferta lleva incluida gratis el sol y el agua salada; y el gasto total fluctúa, según el bolsillo de cada cual, desde el precio económico del bocadillo traído de casa, hasta la cena en algún chiringuito de moda, con velas en la mesa y el mar, siempre el mar, aportando el sonido.
Por eso estos días estoy menos visible en el blog, porque en Cádiz en verano, nunca hay momento oportuno para encerrarse entre cuatro paredes. Ese es de momento mi plan, continuar atesorando sol para cuando el invierno ahogue. 
Con vuestro permiso y mis disculpas de antemano, me vais a permitir la indolencia del abandono, la sosegada dejadez de los suspiros.
Feliz resto de verano.

viernes, 9 de agosto de 2013

A la sombra de los tamarindos en la tele

Como lo prometido es deuda, aquí tenéis el vídeo de la entrevista. Hacía una levantera tan increíble que tuve que recogerme de forma improvisada el pelo para que no me volara por la cara y un sol de frente tan fuerte que estoy toda la entrevista con los ojos achinados. Fue divertido.
He sacado dos conclusiones de esta experiencia:
1. Teresa Campos lleva razón, la tele engorda.
2. Me he quedado con ganas de decir eso de: ¿cuál es mi cámara?
Ja,ja,ja....
Dicho todo esto con respecto a mí, tengo que añadir, hablando en serio, que Antonio Campos es un profesional que cuando se enfrenta a una entrevista lo hace con la seguridad de haberse preparado perfectamente el tema y que con él la charla siempre es inteligente y amena.
Besos a todos y buen verano.
PD.: No sé por qué, la imagen estática del vídeo siempre es la de la chica a la que entrevistaron inmediatamente después de mí. Espero que a ella no le importe salir en el blog pero no tengo forma de arreglarlo.



sábado, 3 de agosto de 2013

Una lección de vida

Qué curiosa es la vida.
Hay veces, cuando más enfadada estás con el mundo o al menos con una buena parte de él, por mirar hacia otro lado, por sentarse en la poltrona y dejar pasar el tiempo sin hacer nada, de repente llega un ser humano o muchos, como en el caso de la tragedia de Santiago, que se encarga de volver a ponerte en paz con los de tu especie, que se empeña con un gesto en volver a henchirte el corazón, y en hacerte devoto, nuevamente, de la esperanza.
Hace unos días, la solidaridad llamó a mi puerta de una manera sencilla, llevando nombre de mujer y la foto de una cara amable en facebook. Áurea, una señora a la que me unió un día la sombra fresca de un tamarindo en forma de literatura, me pidió permiso para enviarme a mi dirección particular un libro de poemas. 
No solo le di consentimiento, sino que además me sentí abrumada, porque sólo el esfuerzo y el dinero del envío ya es para mí, motivo de agradecimiento y algo digno de ser contado. Pero la sorpresa me la produjo la historia que lleva detrás el libro, los protagonistas del gesto y el fondo que hay junto a ese racimo de poemas.
Áurea vive en Requena (Valencia). Me ha demostrado que es una persona culta, escritora, ávida lectora y por encima de todo, buena. Con el libro que me enviaba, me ha hecho el enorme favor de presentarme al poeta, un señor de ochenta y cinco años, que escribe libros de poemas y los publica en beneficio de la Asociación de Enfermos de Alzheimer y del Centro Ocupacional de Requena. Y a la vez, sin darse cuenta, sin decirlo y sin pretenderlo, su envío me contaba cómo debe de ser ella, que tiene una forma particular y preciosa de colaborar en ese acto solidario, comprando libros y regalándolos a los amigos.
Querida Áurea, no me siento merecedora de haber sido elegida por tu generosidad, pero te lo agradezco en el alma y por eso estoy hoy aquí, desvelando algo que tú haces de forma humilde, pero que creo que merece ser contado y destacado como historia, por encima de tanta fotito de vacaciones en Palma de Mallorca y tanto telediario justificando lo que nunca jamás debería ser justificado. Que pena me da, amiga, que sean ellos los que escriben el futuro y no personas como tú. Cómo sería el mundo de diferente si te dejaran contar tu forma de ver la vida, y te permitieran enseñarles a ser solidarios.
Hoy, como Áurea, a mí también me gustaría presentaros a Leandro Arenas Domínguez, un poeta que escribe a beneficio de los que lo necesitan, un hombre que empieza su libro de poemas llamado "España en verso" con una dedicatoria que me rompe por dentro y me hace pensar, como decía al principio, que existe, todavía, un resquicio para la esperanza:
"A mi esposa, que pasado el umbral
que conduce al más allá,
estará esperándome en las
tranquilas estancias del cielo".

Gracias Áurea, gracias Leandro por esta lección de vida.

martes, 30 de julio de 2013

Teleisla

¡Chavales! ¡Mañana voy a la tele!.
Bueno, bueno, no os alborotéis que lo explico. Hablo, evidentemente, de la tele local de mi pueblo ¿eh? No me va a hacer un programa especial Antena3 ni voy a sustituir a Lucía Etxebarría en el papel de "como una cabra" que ha protagonizado en Telecinco. No, no es eso. Voy a hacer una entrevista para hablar sobre la novela en un canal de San Fernando que se llama Teleisla.
Pero oye, mira cómo son las cosas que ando yo la mar de ilusionada. Hace unos días leía en el blog de una chica que ha conseguido muchísimo éxito y ha publicado un libro, cómo fue su entrevista para la 2 de Televisión, con coche de producción en la puerta y sesión de maquillaje. Y fíjate por donde, con lo que me gustó leer su experiencia, a mi manera también voy yo a la tele, eso sí, en mi coche y con mi barra de labios puesta de casa.
Sé de antemano, no tengo ninguna duda, que voy a pasar un rato agradable. Al periodista ya lo conozco, es un chaval joven con muchísimas ganas de trabajar que me sorprendió con su profesionalidad cuando me entrevístó en la radio. No es que yo esperara menos, por supuesto, pero estoy segura de que  en otros medios de comunicación más relevantes, el que pregunta se lee el prólogo y poco más, aunque el entrevistado sea más merecedor del esfuerzo, por tratarse de un escritor de renombre. Y en cambio, este hombre (Antonio Campos) se había empleado a fondo en conocer mi pobre trayectoria de premios, mi página de facebook y este blog. Condujo la conversación de una manera muy inteligente, además de hacer algo que no es fácil encontrar en un periodista y en un medio de comunicación: dejar que expresara todo lo que yo quería decir.
Por otra parte, el entorno no puede ser más encantador. El programa se graba en La Cantina del Titi, vamos El Bartolo, como decimos en mi tierra identificando el bar con el nombre del dueño. Es un lugar mítico de la zona marinera de San Fernando, con terraza en la Bahía y un olor a sal y a sapina que recompone el cuerpo, un lugar donde  me gusta estar porque su estampa me recuerda anocheceres preciosos y charla de amigos.
Pues sí, allí estaré. De momento voy a disfrutarlo, después vendrá lo duro, cuando me vea gordísima ( por si acaso voy a ir diciendo lo mismo que Falete, que es la tele la que engorda no el cuarto kilo de chicharrones que me comí con la cerveza) y haciendo gestos sin parar, como si no hubiera mañana. Ya os pondré al corriente de día y hora de visionado, que la vida está "mu achuchá" y os merecéis un ratito de risa. (Aunque sea a mi costa. Todo sea por vosotros...je,je). Uf...además hace levante...¿y cómo me peino? ¿Me visto muy formal? No, que tengo que parecer más bien moderna...
No me vayáis a negar que escribir una novela no merece la pena...vamos, que ya estoy con la siguiente...

jueves, 25 de julio de 2013

Las fases

Cuando una tragedia como la de ayer golpea fuerte, tengo la sensación de que a pesar de no ser una víctima directa, el cerebro va pasando por distintas fases hasta asimilar el dolor que nos produce el impacto.
La primera sacudida llega cuando, de repente, cortan la programación en televisión para poner un informativo. Ahí ni siquiera es el cerebro el que manda, creo que el respingo en el cuerpo lo ordena directamente el corazón, que sabe que nunca una de esas pausas ha sido para contarnos con alegría que se acabaron los problemas. Y esa cabecera que corta la ingenuidad de la serie de risa o la ficción de la película de intriga, pone la piel de gallina porque la memoria azuza rápidamente la marcha, y vuelve a enseñarnos imágenes de atentados, sangre y luto, que teníamos, desde la última vez, guardadas en el cajón en el que dejamos bajo llave todo aquello que una vez nos hizo daño.
Luego, cuando llega la noticia y entendemos la gravedad de lo ocurrido, lo primero que hacemos es pensar lo cerca que hemos estado de ser protagonistas; hace unos días cuando viajamos en un tren de las mismas características, o en ese momento en familia cuando decidimos: el próximo viaje es Galicia.
Y entonces, a renglón seguido, siendo verano y sabiendo lo que significa en cuanto a viajes y movimientos, empiezas a repasar mentalmente qué miembro de tu familia más o menos cercana, qué amigo o qué conocido puede estar en esos momentos sufriendo en sus propias carnes lo ocurrido.
En mi caso, la mayor parte de la familia de mi marido es de Pontevedra, y entre los míos también hay gallegos de adopción y mucha gente joven que se mueve en estas fechas de un lado a otro. Como afortunadamente, el listado de amigos también es grande, el pulso acelerado me explica que todos tenemos posibilidades de que el hilo frágil que sostiene la vida, haya sido cortado de forma absurda para un ser querido. Se nos instala una incertidumbre insana que al menos en mi caso se traduce en escalofríos, a medida que se va conociendo más la magnitud del accidente. 
A esas alturas de la noche, ya es el miedo y sobre todo la rabia, los dos sentimientos que se vienen a vivir al corazón. Sabes que si hubiera ocurrido algo, no lo sabrías de inmediato e irremediablemente te quedas alerta a una llamada o a un mensaje que te transmita el drama.
Ahora en la mañana, cuando la resaca de lo ocurrido sigue planeando y tienes la "tranquilidad" de saber que el teléfono no ha sonado y que el impacto no ha sido directamente contra tu tejado, es difícil ni siquiera imaginar por lo que tantas familias estarán pasando. Creo que aunque lo intentes, hay un resorte en algún lugar que te distrae para que no sufras el dolor agudo, el desgarro salvaje que debe sentir alguien por dentro cuando ya no hay solución porque sólo hay muerte.
Ayer lloré, lloré porque se me agolpaba la pena. No pude evitar recordar que hace un mes yo viajaba en un Alvia desde Madrid a Cádiz y el tren iba lleno de niños. No pude evitar emocionarme con la buena gente que una vez más demuestra que España es un país solidario. 
Estoy profundamente triste hoy. Esta vez, como tantas, las palabras son difíciles porque los sentimientos desbordan el alma. Mi más sentido pésame. 

martes, 16 de julio de 2013

Día del Carmen

Hoy es el día del Carmen. Es día de fiesta en mi pueblo y San Fernando, tierra costera y salinera por excelencia, no podía elegir mejor patrona que esta Virgen que simboliza y representa el mar.
Bien pensado, era imposible que fuera de otra manera, estábamos predestinados desde siempre, desde que ese líquido elemento que nos rodea comenzó a darle forma a esta zona como un alfarero, como un escultor que modela el barro del que estamos hechos los que nacimos aquí. 
Con esta celebración termina la feria, que se despide con sones de traca y procesión marinera, mientras las "Cármenes", que somos muchas, recibimos las felicitaciones y el cariño de los paisanos. 
Con los sones de las sirenas y el mecido de la marea, un año más se recogen las casetas del baile y los vestidos de la elegancia. Mi pueblo se quita los peinecillos y se dice adiós con una Salve suave y un "quejío" bajito. Toca retirada de cacharritos infantiles y rebujito de adultos. Es momento de aprovechar las últimas horas y sacudirse el albero.
Cómo se nota este océano desde mi ventana que hoy también está de fiesta, cómo se siente este sabor que en Cádiz se cuela por cada resquicio y vuelve las palabras saladas. Parece que se palpa su caricia, instalándose en los ojos y en el alma, robándonos de forma descarada los sentidos. ¡Ay el mar!, ¡cómo huele de bonito el mar!
Felicidades Cármenes. Feliz día marinero.

                           

                             

miércoles, 10 de julio de 2013

Ha vuelto el verano

Que digo yo que más que a un café, más vale que os invite a un "polo flá", ¿no? Qué calor por Dios Santo...
Hoy por fin se ha calmado el viento de levante en esta tierra que me quema los pies, y parece que el verano definitivamente se ha instalado en nuestras vidas.
Nadie que no sea de aquí puede entender lo que el levante es capaz de hacerle a tu cuerpo aunque seas gaditano de los de toda la vida y parezca que deberías estar acostumbrado. Sólo los que vienen a vernos son capaces de compartir la sensación impotente de tener ese mar azul tan cerquita y no poder acercarte porque el viento lo impide en forma de arena asesina y un oleaje picado que nos pone en alerta amarilla.
Así que hoy, a medida que la mañana avanzaba y el "huracán" fue retirándose del remolino de  la puerta de mi casa, de la blancura de la arena seca, y del fondo de una parte del cerebro donde deja un dolor "molestón" y "achaparrao", todos notamos que el verano ha vuelto a hacerse presente.
Es curioso pero se nota enseguida. Se ve en la cara sonriente de la gente rellenando de cubitos las neveras, en el son parsimonioso de la vida cotidiana y en la alegría del patio de luces, donde cuelgan a estas horas las toallas de secar salitre y sacudir calores.
Y es que mi tierra no es la misma sin mar, sin mojito  y cervecita en la sombrilla. Este Cádiz...salada claridad que decía el poeta. Mañana playita como que sí.

jueves, 4 de julio de 2013

El juicio

Algunas veces, cuando estoy muy cansada, recurro al sofá y la televisión para una cura de vacío mental. En esas ocasiones, en las que lo que necesito es que el run run me entretenga del dolor de cabeza, siempre acudo a programas del tipo Sálvame. Son tan surrealistas los temas que tratan, y es tan increíble la facilidad con la que van entrando a trapo la hermana de la cuñada de un primo de un personaje que algún día fue famosillo por algo, que puedes pasarte toda una tarde oyendo barbaridades absolutas, de alguien que a nadie le importa o que ya ni siquiera recuerdas. Yo me lo tomo como la que va al teatro y está viendo una obra cómica, en la que más que el diálogo en sí, lo que verdaderamente da risa es lo absurdo de los personajes.
El problema fue que ayer, reconozco que la tragicomedia que representaban no me interesó ni los cinco primeros minutos, así que me dediqué a dar vueltas de mando, intentando evitar los debates políticos porque no tenía el cuerpo para enfados gratuitos, hasta que me paró en seco una de las cadenas que estaba hablando del caso Bretón. Me quedé colgada de la imagen de ese padre al que están juzgando por algo tan terrible. 
Sé que no es políticamente correcto decir en estos casos lo que todos pensamos, y también sé, porque estoy convencida de ello, que tiene que haber un abogado que lo defienda porque es la única manera de asegurar que todo el mundo tenga un juicio justo. Pero en las imágenes que veía, el letrado estaba jugando con el tema de que la caja donde se guardan los restos de esas critaturas no estuviera precintada, supongo que para poder pedir la nulidad de dicha prueba, que es la más condenatoria.
Una cosa es que hay que estar seguros de que fue él el que lo hizo, eso está claro porque bastantes veces ya  se ha incurrido en errores que han supuesto la cárcel para alguien. Sin ir más lejos, si la equivocación hubiera sido al revés, es decir, si la forense hubiera asegurado que los huesos eran humanos y realmente hubieran sido de animal, podríamos estar culpando a  un inocente. Pero de eso a dar a entender que durante el proceso alguien ha manipulado esas pruebas ¿para hacer qué? ¿qué está queriendo decir, que alguien de la policía ha introducido en la caja huesos del esqueleto de un niño para echarle a éste la culpa? Eso es demencial y ruin.
Yo, ayer, creo que como todos, me convertí en juez y parte casi sin quererlo y apliqué mi propia y personal sentencia. Me di cuenta de que llevaba todo este tiempo poniéndome siempre en el lugar de la madre. No puedo hacerme ni siquiera una leve idea de lo que esa pobre mujer sentirá, cada vez que oye hablar con esa frivolidad de la jerga con la que se habla de huesos, de barbacoa, de violencia, cuando se trata de tus niñitos. Llevo todo este tiempo, acompañándola como madre en sus sentimientos porque es lo que te pide el corazón. Pero ayer, curiosamente, por primera vez, superé la repulsa que me produce el individuo en cuestión e hice el ejercicio de trasladarme a la piel de ese padre, algo que me convenció de que no hay ninguna duda de que es el culpable. 
Creo que si yo estuviera en su lugar y fuera inocente, me daría exactamente igual lo que hicieran conmigo, qué más dará si después de algo así no puede haber vida, pero no podría sonreír ni por un momento, ni siquiera tendría capacidad para estar atento a las preguntas ni a los protocolos del dichoso juicio. Me dedicaría el tiempo entero a llorar, a pedir, a suplicar que alguien siguiera buscando a mis niños, porque si todo esto fuera un tremendo error y yo no hubiera sido, me volvería loca de pensar que mientras tanto, alguien los tiene retenidos. 
En esa tranquilidad y en esa sonrisa de Bretón se encuentra, bajo mi humilde opinión, diluida la posibilidad de su inocencia. Hay veces que el género humano da asco.

jueves, 27 de junio de 2013

La reina descalza

Hace unos días, mis amigas del club de lectura y yo retomamos la sana costumbre de quedar para comentar un libro. 
Reconozco que en parte, la culpa del letargo del club ha sido mía. Lo que me ha pasado estos meses con respecto a la literatura, ha ocupado completamente no sólo mi vida "artística", sino también las suyas. Mis amigas, han vivido conmigo cada una de las emociones que me ha deparado escribir y promocionar una novela, tan en primera persona y con tanta ilusión, que en nuestras reuniones siempre ganaban, por goleada, mis tamarindos, que no dejaban paso a otro autor, por muy grande que éste fuera en comparación conmigo, ni a otro libro, por mucha diferencia de ventas que hubiera entre sus miles y mis cientos. Supongo que en eso del cariño no influyen las superventas y los best sellers, y ellas saben cuánto se lo agradezco.
Pero esta semana pasada llegó el momento de retomar las viejas y buenas costumbres y sentarnos delante del café para poner en común nuestras impresiones sobre un libro "ajeno".
Habíamos elegido como lectura "La reina descalza"de Ildefonso Falcones, creo que un poco influidas como siempre por la promoción que la novela ha recibido y también por el buen regusto que nos había dejado Falcones en otras novelas anteriores.
Efectivamente la novela no nos ha defraudado. Todas llegamos a la conclusión de que es completamente redonda. Sitúa los personajes en el ambiente de una manera magistral, y además cumple con algo que para mí es fundamental en una novela histórica: el autor no se empeña en que lo parezca. Creo humildemente, que ese es uno de los fallos de muchos autores que se dedican a este género. Me imagino que el trabajo de documentación es tan arduo, que algunas veces tengo la impresión de que el escritor quiere demostrar a toda costa cuánto se ha documentado, e introduce información con calzador para dejar claro que se ha convertido en un erudito en la materia.
Lo que más nos ha impresionado del libro a mis amigas y a mí es la forma tan horrible de vivir que tenían algunos personajes, la parte más marginada de la sociedad del siglo XVIII, donde no había nadie preocupado por los derechos humanos, el maltrato de género o la miseria más absoluta. Y a la vez, nos ha dejado "tocadas en el sentimiento", la resignación con la que el ser humano vive todas esas penurias a las que se acostumbra y se adapta sin protesta. Siempre mucho peor, eso queda claro, si eres mujer.
Es duro, pero es necesario, volver la vista atrás aunque sea de vez en cuando, y recordar que hubo una época en que tuvimos esclavos que nacían sabiendo que iban a ser vendidos, explotados, violados, humillados. Y es terrible, pero hay que saber que existían las purgas, y que un gobierno podía decretar la prisión y el exterminio de una población entera por motivos de raza. Aunque quizás lo peor de todo, para mí, haya sido recapacitar después en lo absurdo de ese horror que la lectura me produjo, cuando tenemos ahora mismo, muy cerca, al alcance del mando de la televisión, la imagen de niños esclavizados viviendo hacinados en un punto insalubre del mundo, y poblaciones enteras en el África que queda un poquito más abajo de donde estamos, masacradas por cuestiones tribales o religiosas. Qué trágico resulta y qué poco nos fijamos en esa frase manida que dice que la realidad, supera con ahínco a la ficción.
Por ponerle un pero a la obra, en mi caso me ha parecido larga. Creo que seiscientas son demasiadas páginas porque supone a veces un relleno demasiado extenso en descripciones. También tengo que decir, para que se oigan todas las voces, que una parte del club no estaba de acuerdo conmigo y han visto en su justa medida el volumen de palabras. Es que ya lo decía yo...el libro de los gustos....
Próxima novela: "Inferno" de Dan Brown, que es veranito y apetece algo de intriga, ligerito y que enganche.
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