martes, 26 de julio de 2011

EL SUEÑO DE LA RAZÓN

Qué de vueltas da la vida. Llevamos varias entradas comentando, mis amigos y yo, lo tedioso del verano. Venimos casi quejándonos de esta flojera y esta dejadez con la que te abraza el estío, relajante y a veces pesada que no te permite hacer nada sin tener nada que hacer.
Y de repente, la tragedia que no entiende de astenia ni de atonía, viene a sacudirnos los cimientos con imágenes esperpénticas de muerte. Un monstruo ha venido a colarse en esta espesa duermevela de la cálida estación, para volver a recordarnos lo que la maldad y la locura pueden hacerle en un segundo a cualquier vida.
Qué difícil es intentar entender lo que no tiene sentido. Qué complicado y doloroso resulta mantener la frialdad y retener ese sentimiento negro que te sale de un lugar de las entrañas y por el que es seguro que serías capaz de ir a Noruega, sin ni siquiera saber pronunciar bien el nombre de ninguno de aquellos chavales anónimos, para arrancarle el corazón de una mirada a ese asesino sin escrúpulos que ha dejado repleto para siempre el dolor de tantas madres.
Estos días, he estado leyendo en la prensa los horripilantes ideales de esta bestia, escritos en una especie de manifiesto delirante que dejó en una web y todavía siento frío al recordar los sentimientos de odio de ese hombre: hacia la población inmigrante de forma universal, a los musulmanes en general y a Zapatero en particular. Creo, viendo la forma en que habla de España, que ha sido casualidad, necesidades del guión o dificultad para pasar armas por las fronteras, lo que ha hecho que este animal se conformara con masacrar a una centena de compatriotas cuyo único error en la vida ha sido pertenecer al partido laborista ( cercano a la izquierda y a los socialistas) de Noruega, y que no se le pasara por la cabeza venirse aquí a iniciar una cruzada contra los infieles que creó en su fantasía, adobada con los ideales de ultraderecha que seguramente le infundió su padre o algún otro asesino como él.
Y es que es verdad que el sueño de la razón produce monstruos, ya lo pintaba Goya. Y no hay más sueño de la razón que la ignorancia, la dictadura de las ideas y la fuerza. Es impresionante pensar que pasan los años y que la raza humana no aprende y que a pesar del conocimiento que tenemos del pasado, el horror persiste. Por eso fundamentalmente me gusta la historia. Por eso creo, a pies juntillas, que es importante enseñarla en la escuela, pero en serio, no recalcando fechas ni recitando nombres que pueden ser consultados en un “cliqueo” de Internet, sino mostrándoles a nuestros niños y a nuestros jóvenes qué maldades no pueden volver a ser cometidas y cual es el camino a seguir para que las cosas no ocurran.
Sé que vivimos en una democracia y que eso hace que tengamos que aceptar todos los pensamientos, vengan de donde vengan, porque ser tolerante va intrínseco en ser demócrata, aunque a veces es especialmente difícil.
Esta semana, analizando un poquito el cacao mental de aquel loco, no puedo dejar de pensar que aquí en nuestro país, hay gente utilizando los medios de comunicación para recetar a los que les escuchan con una dosis más pequeña pero nociva al fin y al cabo, una cucharadita del mismo odio. Y reconozco, sinceramente, que me dan miedo porque nunca sabes el poder que puede tener uno de estos sobre la mente, demente, de un enfermo.
Hoy sólo me cabe dar el pésame a todo un país, a una gente discreta, educada, que está viviendo una pesadilla macabra. Lo demás es mejor no pensarlo y dejar pasar sin comentar ciertas opiniones de portada y valoraciones de tertulias. Es lógico y desagradable, sentir ganas de vomitar.

martes, 19 de julio de 2011

UN HOTEL CON PISCINA

imagenes para Hi5

Este mes de julio, he tenido por fin mis primeras mini vacaciones. Se trataba, como os conté en otra entrada, de llevarnos a los niños un fin de semana a un lugar de esos en los que ellos se divierten chapoteando en una gran piscina y los mayores nos entretenemos nadando en cervecita y mojito, sin tener que oír la palabra “mami” nada más que lo justo para poner paz en alguna pelea entre hermanos.
Cuando alguien me pregunta por el destino de ese tipo de vacaciones, siempre suelo contestar lo mismo: me voy a un hotel con piscina. Y es que realmente es lo que define a esos días de asueto. Los niños, en estos destinos vacacionales, no tienen interés ninguno por conocer más territorio que la zona donde unas animadoras nos hacen el favor de recogerlos alrededor de algún juego, ni más hábitat local que el centro de la piscina donde pueden pasarse tranquilamente ocho horas, con el interludio obligatorio de una comida frugal.
Esta vez, como en otras ocasiones, hemos escogido Málaga como destino. El año pasado fue Fuengirola y ahora Torremolinos, zona que no nos coge muy lejos y donde hemos comprobado que nos viene de perlas el tipo de turista con el que nos encontramos, ya que la mayoría de ellos, deseosos de playa y arena, nos dejan vía libre la piscina para los que llegamos de una costa cercana y vamos buscando más bien la comodidad de la hamaca y ni siquiera nos llenamos de arena los pies, nada más, eso está por descontado, para comernos unos riquísimos “espetitos” de sardinas hechos como sólo en Málaga saben hacerlo igual.
En el hotel la verdad es que bien. Cloro, césped, hamaca, espectáculo de flamenco incluido y una temperatura mágica para poder disfrutar. Hasta loros hemos tenido haciendo una serie de monerías para disfrute de los chiquillos y evasión de los papás.
Yo, como siempre, me entretuve observando a la gente mientras mi hermana leía relajada y los maridos iban a por el “cubatín”. Estoy contenta conmigo misma porque esta ocasión, como otras, ha venido a confirmar mi teoría de que eso que dicen los sabios de que todos somos diferentes, irrepetibles y únicos no es más que una patraña que el ser humano inventó para creerse distinto, pero que en realidad no somos más que clones con características iguales, creyéndonos reyes de un mambo que encima todos sabemos bailar. Los personajes se repiten una y otra vez a pesar de los años: he vuelto a encontrar al camarero ligón, ahí él, crecidito, tirándole los tejos a una italiana guapetona que no le hacía más caso que lo que la educación y la cortesía le obligaba a pesar de no entender “ni papa”; el padre-sonrisa, todo el santo día detrás de la niña, grabando obsesivamente una cinta de vídeo interminable que seguramente nunca verá, más que nada por la pereza de ir pasando minutos absurdos de vida, donde su joya vuelve a tirarse al agua, y saluda, una vez y otra enfundada en los manguitos amarillos del dibujo animado de moda. Está la familia impertinente. Esos sí que son un rollo, creyéndose especiales y luciendo la pulsera de color amarillo que es la que les permite el todo incluido y que les levanta tres palmos por encima del bien y del mal y les hace creer en derecho de reclamar todo el tiempo, si no hay hamacas vacías o no han llegado a su hora al buffet.
Esta vez hemos tenido una pareja graciosa. No graciosa porque nos hiciéramos amigos o porque el hombre contara chistes. No. Eran graciosos por el jugo que hemos sacado mi hermana la criticona y yo que soy otro tanto de su estancia en el hotel, donde se sentían como en casa, y andaban repartiendo sonrisas e intentado todo el tiempo hacerte de su camarilla y darte la brasa con lo “maravillosísimo” que era su niño, un pequeñito bebé, o lo fantásticamente que viven la vida cotidiana que dejaron aparcada en algún lugar del mapa. Insoportables, vamos…
En fin, la verdad es que han sido sólo tres días pero el respiro se nota. Ya el próximo agosto la cosa será diferente. Esta vez, aunque también está dirigido a los niños, el viaje es más jugoso, con menos piscina y más movimiento, con menos flamenco pero más interés.
Y vosotros qué ¿cómo va la cosa?

domingo, 10 de julio de 2011

FLOJERA

imagenes para blogger

He estado echando un vistazo a los blogs de los amigos y me doy cuenta de que, como a mí, a todos les ha cogido por banda este tedio que produce el verano, esta laxitud completa que no te permite, ni siquiera, la rutina de la cotidianeidad.
Unos se han despedido para el resto de la temporada, otros andan haciendo las maletas y el que más y el que menos, ha parado en la producción literaria y en el ejercicio de comentar lo que piensa del mundo, dejándonos a los asiduos huérfanos de sus opiniones y vacíos de sus anécdotas.
En mi caso, la verdad es que es simple y llanamente la flojera la que ha ganado terreno hasta el momento en mi vida, ya que todavía no han comenzado realmente mis vacaciones ni nos hemos ido de viaje. Pero reconozco que el calor de la mañana, la plazoleta al fresquito de por la tarde y más de una (o dos) cenitas de terracita, me están apartando de las obligaciones (tengo la casa revuelta) y también, como no, de las devociones a las que tan asiduamente atendía.
Tengo que decir que en esencia, no he cambiado de costumbres pero sí de horarios y de contexto. Sigo observando el mundo, aunque ahora lo hago desde la sombrilla y no desde un autobús, sigo conversando con la gente, pero en estos días lo hago en la calle y tengo menos tiempo para el blog.
Imagino que vosotros que leéis, andaréis como yo en las mismas circunstancias y que también tendréis menos momentos dedicados a la máquina loca, y no osareis estar escondidos entre cuatro paredes cuando ofrece tantos colores lo que espera en el mundo exterior. El buen tiempo está para vivirlo y cargarse las pilas de positividad. No importa si puedes o no montarte unas vacaciones de lujo. Muchas veces, a pesar de lo que te cuente la mala pécora de la publicidad, a la diversión no hace falta salir a buscarla y es fácil llenar los pulmones con el aire que se respira en la puerta de tu casa, con el agua que chorrea desde el final de la manguera o con el trasnochar de los niños que no van al cole.
Hoy escribo fundamentalmente para desearos, de corazón, que paséis un buen verano. No importa donde estéis ni que esfuerzos tengáis que hacer para sentiros de vacaciones. Hay que vivir mucho y lo mejor que se pueda. Lo más importante de todo es dejar que el sol nos inunde y que la luz nos devuelva la vida.
No me voy, sólo me relajo. Un beso a todos.

 

domingo, 3 de julio de 2011

TRAMAS

Parece ser que como otras veces, de ejemplos está llena la historia, en los momentos de crisis la gente agudiza el ingenio en esto del arte del robar.
Unos, los menos sofisticados, aprovechan las rebajas para pretender hacer su agosto, protagonizando escenas como la que presencié hace unos días: un hombre llevándose un plasma  de un  supermercado de mi localidad. Al parecer, nos contó la dependienta de una tienda que no salía de su asombro, aquel alma cándida pretendía salir indemne por delante de las cajeras con semejante botín y creía que le daría tiempo a huir del centro comercial, sin despertar la sospecha de todo aquel que lo viera correr que se las pelaba, con el cine de verano traqueteando sobre las ruedas frenadas del carrito de metal.
Hay otros más sofisticados. Esos se dedican a traficar con obras de arte, patrimonio cultural y joyas preciosas, jugándose el tipo de forma elegante, o al menos eso parece a quien no los conoce de cerca, estando como están encumbrados a los altares por la meca del cine, que nos ha hecho creer durante décadas que ese es el mundo de la gente guapa, el olimpo de seres inteligentes como Sean Connery  o guapísimos de la muerte como el Clooney a los que más de una y más de dos, estarían dispuestas a perdonar su parte canalla por una cena romántica o una sonrisa pícara.
Luego hay una nueva moda que ha puesto en boga Internet. Son los ladrones de indentidad, gente que hace lo normal en su condición, como robarte el pin de la tarjeta o el código del banco, o que se deja llevar por un impulso cibernético brutal, cometiendo tonterías absurdas que son delito, como hacerse pasar por una niña de quince años cuando ya se cumplieron los cuarenta, para poder llegar a ser animadora del equipo local del instituto- ¡ay omá!- que diría un andaluz castizo.
Pero en la cúspide de todos los ladrones habidos y por haber, en España estamos asistiendo al no va más de la delincuencia, una que es la que más me molesta. De hace unos años para acá, no hacemos más que descubrir tramas y venga tramas. Que pienso yo que con tanto entramado, poco hilo debe quedarle ya a la tela que da forma a la economía y al sistema. Hay tramas en la política, en la construcción, en el artisteo…boquetes diría yo, en el tejido que antes nos servía de abrigo. Y recalco que son los que más me molestan, porque son precisamente los más aberrantes. O es que acaso, de verdad, necesitaban todavía tener más Teddy Bautista, el señor Camps o la Pantoja cuando usaban, supuestamente, aquello que nunca fue suyo.
Y curiosamente lo peor de todo es que estos tres, como todos los demás que ahora suenan, tienen a su favor la más injusta de las ventajas disfrazada de televisión. Solo hace falta ir de viaje a una isla perdida o tararear una vieja canción para que las audiencias se disparen. Sólo con tener el apoyo de un político conocido o una cadena amiga, el silencio se convierte en cómplice y el lavado de imagen viene solo.
En vista de lo visto estos días, yo os daría algunos pequeños consejos a aquellos que tengan previsto en breve delinquir: que no se os vaya la mano si no sois antes famosos. Si la cosa se pone fea, ya sabéis lo que hay que hacer: pegarle un guiño a Julian, casarse con un torero o luchar por convertirse en presidente de una Región.
Ahora, eso sí, si hay que hacerse con lo ajeno,  róbate mejor un jamón de pata negra, chaval, que para lo que hay que ver… no merece la pena el plasma.
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