Esta semana el club de lectura ha vuelto a celebrar sesión.
Reconozco que esta vez no las tenía todas conmigo porque, como recordareis, el libro propuesto fue “Invitación a un asesinato”, del que sin entrar en valoraciones, tuve la impresión mientras lo leía que no abordaba una temática lo suficientemente interesante como para prender chispa en un debate.
Pero charlando con mis amigas, me di cuenta en un momento que la riqueza de un libro es siempre proporcional al interés y al bagaje literario de aquel que lo lee y que detrás de un argumento más o menos creíble, más o menos banal, en todo momento hay un lector que se encuentra reflejado en el transfondo de una historia, en la intención de una frase o en la pasión de un personaje.
La novela de Carmen Posadas, basada de una manera demasiado tópica, diría yo, en las obras de Agatha Christie, presenta una trama de intriga sobre la que van desfilando como en una pasarela, una serie de personajes más o menos reales, a los que las amigas de mi tertulia y yo misma, íbamos encontrando paralelismos con personas de nuestro entorno. ¡Como ese, como ese los hay así!, decía una de mis amigas convenciendo al personal.
El libro está definitivamente dividido en dos partes claramente diferenciadas. En la primera, la protagonista que narra la historia es Olivia, la hermana rica, heredera y mala persona, como tienen que ser siempre los poderosos en la literatura para que al menos a los pobres nos quede la dignidad, y una segunda mitad, en la que las acciones nos las guía Ágata, la hermana rechonchita, solitaria y pobre, pero eso sí, más buena que el pan, para lástima y simpatía del lector solidario.
Todas las presentes coincidimos en que nos había gustado más esta última parte, sobre todo por la frescura de la protagonista, pobre mujer, que recibía como última faena de la hermana rica, el legado de descubrir al asesino que había decidido terminar con su vida.
Pero que verdad es que en la vida el bien y el mal no son sentimientos absolutos y la línea divisoria entre el poblado del sheriff y el territorio comanche, es algunas veces tan frágil que es fácil romper el hilo que los separa. Así que Ágata, la bonachona de Ágata acaba, por eso de las vueltas de la vida, enamorada o al menos encandilada por el hombre que asesinó a su propia hermana.
Y ahí, verdaderamente ahí fue cuando vino el lío (me refiero en nuestro club). Una de mis amigas nos planteó la pregunta: ¿te quedarías con el asesino de tu hermana? Que claro yo dije para mí: éstas no conocen a mi hermana, que viene del más allá a tirarme de los pelos. Pero es que fuera de broma, la pregunta tiene tela.
La pobre Ágata que siempre había sido el patito feo, totalmente a la sombra de aquel dechado de hermana, guapa, con clase, pretendida por señores de la alta sociedad, acaba encontrando, más allá de los cuarenta, a un hombre con toda la barba, de esos que dicen algunos que se visten por los pies, y la pobre se me derrite. Ahora, el hombre tiene un defectillo de nada: mató a su hermana, la mala, aunque eso sí, por amor y para evitarle el sufrimiento de una incurable enfermedad.
¿Tú que harías? Porque Ágata se lía la manta a la cabeza, tira por la calle de en medio y se queda tan a gusto en los brazos de Cupido. Y decían otra vez mis amigas, con voz de Pepito Grillo ¿y cuando se le pase el enamoramiento qué? ¿ Cuándo ya no le parezca tan fantástico y se de cuenta de que duerme con un asesino?
Tan enfrascadas en el ambiente que habíamos creado estábamos, que olvidamos por unas horas que en el mundo de los libros la historia no continúa después del fin y que en la vida en la que vivimos, normalmente la rechoncha, la pobre pero buena, aquella que lo da todo en nombre de una ilusión, acaba, las más de las veces, sentada en el Diario de Patricia para buscar el amor.
Sí señores, otra tarde deliciosa en buena compañía. Otro tiempo volado en una reunión en la que me encuentro en mi salsa, donde la literatura es una excusa tan perfecta para dar un repaso a los sentimientos que ya estamos todas apuntadas para la próxima.
Propuesta de libro para abril: “El tiempo entre costuras” de María Dueñas. ¡Animaos! y continuamos en el blog la tertulia.