viernes, 29 de enero de 2010

LA JUBILACION

Esta mañana me acerqué decidida al bombardeo visual de las noticias de internet y estuve durante un rato viajando a través de los titulares que conforman cada día la estructura de esta pobre España, de esta Iberia que aguanta como puede el embite de los vientos de la crisis.
Vi, amalgamados con la política más seria, toda una serie de despropósitos surrealistas -Karmele Marchante o el arzobispo de Toledo entre ellos- resumiendo en una misma página, la historia actual de un país al que a veces, me parece ver caminar sobre esas placas de hielo de las que hablan las últimas precisiones meteorológicas.
Hay una noticia que me impactó por lo que conlleva, y es la posibilidad de que se retrase, al menos en dos años, la jubilación de los trabajadores.
Estaba claro que España no podría soportar durante mucho tiempo, la presión económica en la Seguridad Social, ejercida por el aumento de una población que envejece y por esas prejubilaciones a los 50, con las que se han ido parcheando los despidos en empresas situadas entre el cierre y la hecatombe.
Habrá que esperar unos días para saber cual va a ser la reacción entre la población trabajadora, porque supongo que el asunto traerá cola.
Pienso que en ésto, como en todo, el libro de los gustos se quedará siempre en blanco y cada uno irá rellenando las páginas, dependiendo de las miles de circunstancias que conpongan su vida. Habrá quien maldiga por lo bajo la medida, deseando como estaba de empezar con el hobby al que nunca pudo dar forma por el horario endiablado del currelo y en cambio, recibirá con esperanza la noticia todo aquel, que los hay y muchos, que veía su futuro reducido a las obras, en mi pueblo del tranvía, con las que inexplicablemente y desde que tengo memoria, han llenado las horas los jubilados de mi tierra.
A veces, cuando leo algo así, me da mucha pena ser "tan de letras" y perderme entre las cuentas oscuras de la macroeconomía. Yo no creo que un político responsable y todo un señor economista se equivoquen. Pero claro, como señores serios, con expedientes académicos labrados en las mismas Universidades, escriben posicionados unos a favor y otros radicalmente en contra, realmente es difícil opinar, como no sea dejándose influenciar por el color político o por los sentimientos.
De momento, y por edad, creo que voy a oir opiniones. Voy a preocuparme un poco más por Karmele , e interpretando a su estilo una canción sólo me cabe tararear que "lo de mirar las obras del tranvía...ya llegará otro día".

domingo, 24 de enero de 2010

ESPERANDO UNA SEÑAL

En mi pueblo (me gusta llamarlo así aunque alguien se enfade) hay un grupo de música que lleva mucho tiempo persiguiendo un sueño.
Los conocí cuando ellos y yo éramos más jóvenes y a través del tiempo, he vivido su tenacidad y sus ganas de hacerle llegar a la gente una particular concepción de la música.
Hubo una época en que "Los Hermanos Dalton" fueron protagonistas de todos los eventos y festivales de esta parte de la Península, y hubo otra diferente en la que se acercaron vertiginosamente al abismo de la fama, a través de sintonías y minutos de gloria que les permitió dejar su huella en las radios y en la tele de hace algún tiempo.
Ahora los sigo en esta aventura que han recomenzado, con un nuevo disco que ya empieza a gustar, tanto entre los daltónicos de siempre como entre esa nueva generación que me consta se está apuntando.
Esta vez el grupo, con el título del disco, vuelve a gritar con la voz ronca del rock que siguen esperando una señal que aún no ha llegado.
Sé que hoy como siempre, todo se mide en el saldo contante y sonante del euro y que quizás, en su vida musical, lo que ha faltado es el padrino necesario para hacer más fácil, el camino que lleva hasta el salto del ruedo. Tal vez "DRO" o "Globomedia" nunca sabrán lo que se perdieron, en aquellos cortejos musicales con los que les pegaron el dulzor de la miel sobre los labios, cuando era más rentable apostar por Operación Triunfo que por la calidad de la buena música, sonando desde los instrumentos de unos chicos de barrio.
Pero si de alguna manera nos empeñamos en creer que la justicia existe, creo que es el momento de decirle a estos amigos que no deberían pasar el tiempo esperando, que la señal, la que esperaban, hace mucho que llegó desde el cariño y la gratitud de la gente, de los incodicionales que llevan toda una vida apostando por el sonido gutural de sus guitarras.
Yo que soy una asidua de internet, puedo decir, por si no se han dado cuenta, que la red está llena de comentarios de gente que quieren saber de ellos, que quieren volver a vibrar con los acordes, ajenos a las luces de neón que confunden a los divos. Nunca, de verdad, había leído sentimientos tan personales dedicados a unos músicos. Los fans, que les llaman por su nombre de pila, saben el resto que han dejado detrás de tanto esfuerzo.
Tal vez económicamente no compense, y eso es frustante ya lo sé, pero el orgullo, la credibilidad y la sensación de las cosas bien hechas también pesan mucho en las alforjas del viaje. A veces, la vida te demuestra que sólo hace falta ajustar bien la antena y que la señal, esa que a todos nos hace falta, está más cerca de lo que nunca habíamos creído tenerla.
Josema, Jesús, Carlos: Suerte. Nos vemos en el próximo concierto.

viernes, 22 de enero de 2010

HAITI

Mi propuesta para hoy iba a ser como siempre un tema amable con el que sonreir en pandilla. Pero como tantas veces, la realidad ha vuelto a hacerle sombra a la ficción de las palabras. Y esta vez la sombra, alargada como la de los cipreces, nos ha dejado a todos ahogados en el mutismo que provoca lo horrible.
Haití, que hasta ahora nos sonaba a nombre exótico y país lejano, nos ha llenado los telediarios de imágenes impactantes y de sensación de impotencia.
Y de nuevo, también como tantas otras veces, la humanidad ha dejado constancia de que en el hombre se encierra todo lo bueno y todo lo malo del mundo.
La misma especie que es capaz, por una parte, de matar, agredir o ensañarse con el prójimo por una plaza de aparcamiento, es la misma humanidad que ha vuelto a generar el milagro de la solidaridad y que otra vez me ha hecho creer que no estamos "solos ante el peligro."
He visto bomberos de todas las nacionalidades, voluntarios, soldados, gente muy comprometida que probablemente ya nunca volverá a ser la misma después de volver del infierno, que necesitará muchas noches en blanco para olvidar las tinieblas.
Por esa razón, después de la semana que llevamos, no podía hablar de otra cosa. Valga esta conversación para presentar nuestros respetos a la integridad, a la bondad y al valor de la gente que está participando de alguna manera en aquella tragedia. Gracias de corazón a los que estuvieron en cola en un Banco para aportar unos euros, a los que están en primera fila masticando la desgracia y a todos los que delante del televisor han tenido que enjugarse las lágrimas. Me habeis vuelto a hacer creer que merece la pena la vida.

viernes, 15 de enero de 2010

LA ODISEA

Cuando Homero escribió "La Odisea" y convirtió a Ulises en un héroe, simplemente porque el chaval era capaz de sortear los obstáculos que le iban poniendo los dioses, es seguro que este Homero no había tenido nunca que darse de alta en el INEM (léase "el paro") a comienzos de un mes de enero.
La Odisea, obra compleja donde las haya, hubiera sido escrita entonces no en griego, ni en latín, ni siquiera en eso que han llamado dialecto homérico, sino que estoy segura que hubiera sido creada en un andaluz castizo que es la lengua que mejor plasma, a mi juicio, una exajeración semejante.
Todo empieza porque tú llegas a las nueve y diez (a las nueve en punto ha abierto las puertas el centro) y ya no hay quien vea ni de lejos el mostrador de los números. Y claro, tú piensas...¿cómo ha podido llegar tanta gente en diez minutos? Luego, más tarde, cuando empiezas a coger confianza con el corrillo de los de la derecha, te das cuenta que no es que se conocieran de antes, sino que llevan más tiempo haciendo cola en la puerta que Raphael con la zambomba cantando el tamborilero.
Para colmo de males, la maquinita que reparte los números se ha estropeado y no es posible acceder a nadie de la casa que te guíe entre aquella maraña de usuarios cabreados, mesas escondidas y folletos incomprensibles.
El personaje que más interactúa con el héroe, en este caso yo misma, es el del "entendío". Ese señor sabe de todo. Lo mismo da que te lo encuentres en el Paro, en el Banco o en Urgencias. El siempre hace la pregunta primero:
- Muchacha ¿Tú a qué vienes?- y afirma después de tu respuesta - Ah! no, no, eso es en la otra cola.
Y ahí empiezan los sudores porque claro, tú por lógica y porque llevas dos horas esperando a que te toque, intuyes que eso no puede ser...pero ya te entra como el pellizquito en el estómago. ¿ Y si el sabelotodo tiene razón?
El de delante me mira y no hace más que chistar: chist...ojú, ¡no llevamos tiempo aquí!, como si yo que entré a la vez que él por la puerta, no me hubiera dado cuenta.
A continuación, uno de rojo que va antes que éste se vuelve y hace uno de esos comentarios típicos sobre lo poco que trabajan los funcionarios, de esos de..." que me den el trabajo a mí". Yo, por la pinta y sin querer ofender a nadie, dudo que aquella criatura aligerara en alguna manera la espera con su destreza.
¿Ulises? ¿La Odisea? Epopeya la mía que he salido de allí a las tantas. Si a ésto sumamos que ya he pasado por la Seguridad Social y que todavía me queda Hacienda...no sé si irme de España o leerme el tocho de Homero, sentadita en el banco de la paciencia.

sábado, 9 de enero de 2010

LAS REBAJAS

En la vida de cada cual hay preguntas que nos acompañan desde siempre, desde que tenemos uso de razón. Y a no ser que alguien algún día nos las responda, quedarán por siempre alojadas en la parte del cerebro que rige lo incomprensible, en el área de la conciencia filosófica que nos sale a la luz después de unas copitas, para risa o por lo menos asombro de nuestros compañeros de tertulia.
Una de esas preguntas que acuden a mí en estos días que vivimos es aquella que dice: ¿hay alguien a quien realmente le guste ir de rebajas?
Y es que si verdaderamente existe ese alguien, si ésto es algo más que una mentira urdida por las altas instancias y se descubre que hay "personas humanas" que realmente acuden a los centros comerciales de turno, con buen ánimo y decididas a dejarse la cabeza y la paciencia en el embite, ruego por favor a quien corresponda, me haga llegar la dirección o el teléfono de algún representante de esa especie, para presentar ante él o ella mis respetos.
Sé que la leyenda cuenta que existen, que hay gente en esta "España que bosteza" que disfruta de lo lindo en estas fechas, y que se siente cómoda y confortada recorriendo tiendas que parecen haber sido asaltadas por las tropas de Atila en sus mejores tiempos, y que no pueden ocultar la sonrisa cuando consiguen atesorar, de un zarpazo, la última chaqueta de moda elevada a la categoría de ganga por un módico precio.
Yo reconozco que no valgo para las rebajas. Voy transitando comercios en los que nunca compro nada, tan confundida por la luz blanquecina y la música que confieso que alguna vez he dudado entre llevarme una blusa o, como dice un amigo, pedirme un gin tonic.
La mayor parte de las veces, incluso he sentido miedo ante la mirada inquisitiva de la señora que observa la prenda que tengo en la mano, mientras, con la imaginación que me caracteriza, me retiro acobardada, recordando el último documental que vi sobre el guepardo o aquel del pingüinito al que se quería comer la orca, en ese programa tan interesante de la 2 que me empapé, mientras vosotros os tragábais la crónica rosa de Mariñas.
Este año, para variar, mis rebajas han sido un desastre. No encontré ni el estilo ni la talla. Sólo me queda esperar que también estén de saldo en la farmacia, porque eso sí, en aspirinas seguro que voy a tener que gastarme un pico.

domingo, 3 de enero de 2010

LOS REYES MAGOS

Ya vienen los Reyes Magos (bis)
caminito de Belén...
Cuántos recuerdos y cuántas ilusiones detrás de esa cancioncilla. Cuánta magia y cuánta decepción cuando un día descubrimos que Holanda había dejado de verse y que la copa de anís y el agua de los camellos, no eran más que el atrezo de una noche especial en la que la vigilia y la incertidumbre luchaban por ganarle la batalla al sueño.
Hay tantas historias relacionadas con sus majestades de Oriente como familias existen envueltas en esta creencia. Hay tantas anécdotas alojadas en el baúl de la memoria como personas reunidas alrededor de una tertulia. Queda tanto brillo en los ojos que, al recordar, nos sentimos transportados al lugar donde nacen los sueños.
¿Quién de vosotros no ha echado en falta alguna vez aquella infancia? ¿Quién no daría algo por regresar, aunque fuera un segundo, a esa sensación maravillosa de dejarse llevar por la ingenuidad de la inocencia?
¿Y si fuera verdad? ¿Y si realmente alguna vez aquellas figuras que nos pareció ver entre sombras eran Melchor, el de la barba blanca, Gaspar, el pelirrojo más serio o Baltasar, el rey de la sonrisa brillante?
Os propongo, mis queridos contertulios, que la noche del cinco hagamos un pequeño experimento. Se trata de dejar una copita para nuestro rey preferido y de escribir mentalmente nuestra carta de los deseos.
Sé lo que vais a decir, hombres de poca fé. Pero... bueno, si el experimento no sale y la copa sigue llena, os tomais el licor con el café de la mañana en honor a los buenos tiempos.
Por mi parte, me merece la pena intentar regresar a mi orígen, volver a sentirme una niña y pelear por creer en lo irreal.
Que paseis buena noche y que os traigan muchas cosas los Reyes.


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